El primer recuerdo de Miguel Hermosilla viene de la cancha, cuando en su etapa final como mediocampista de creación alternaba en la titularidad de Regional Antofagasta. Le pegaba bien a la pelota. Lo distinguía una excelente técnica.
Usaba bigotes y el equipo que dirigía Hernán Carrasco se hacía fuerte de local en los años 75 y 76. En la segunda campaña se sumó el “Chueco” en ese cuadro que lucía la publicidad de Ladeco, con Rodolfo Coffone en la refriega, “Pistola” Vásquez en la llegada y Ricardo Rojas embocándola.
Juan Acevedo, puntero derecho y cuarto volante de esos años en los Pumas, recuerda que el “Chueco”, junto a Juan Carlos Gangas, lo ayudó en sus primeros años en el profesionalismo. El pecado estaba cerca.
En 1977 arregló en Deportes Aviación, siguiendo a Carrasco. Luego se quedó en el desaparecido equipo de El Bosque como entrenador de cadetes. Cuando desapareció el conjunto de la FACH pasó a formar parte de las inferiores de Cobreloa.
Su oportunidad la tuvo en 1988 al asumir en los Zorros del Desierto. Agarró un equipo que venía de una campaña desastrosa en la Copa Polla Gol, lo ordenó y dio la vuelta olímpica frente a Colo Colo en Calama, la misma tarde que descendió Universidad de Chile. Ese cuadro del “Chueco” gozó de Marcelo Trobbiani.
Esa campaña, en primer año de Periodismo, formé parte de las transmisiones de radio El Loa de Chuquicamata en la zona central, con Juan Carabantes en el relato. El “Chueco” me acogió. A pesar que el entrevistador era un cabro chico, siempre se mostró dispuesto al diálogo y a explicar los partidos. En el 2-0 sobre Unión Española en el Nacional, el sábado 16 de julio, hablamos de la posición de Juan Covarrubias. El zurdo dejaba la franja izquierda, sumándose como un mediocampista adelantado.
Al poco tiempo disfruté del café de camarín, en unos tazones de plástico naranja, que Luis Becerra, el “Menta”, fallecido e histórico utilero nortino, preparaba a los futbolistas. Un gran plantel, experimentado, que con transparencia provinciana abría sus puertas a un reportero desconocido. Ahí conocí a dos jugadores que se transformaron en amigos. Uno fue Claudio Tello, quien partió en abril de 2014, y el otro Jorge “Pindinga” Muñoz, hoy radicado en Estados Unidos.
Al enterarse de la muerte de Miguel Hermosilla, el “Pindinga” rememoraba que el Chueco era el responsable de su extensa carrera. “Fue mi papá, me llevó a Audax Italiano cuando me había retirado. ‘No podís largar tan joven, te queda mucho', decía. Tenía razón. De ahí me llamó el ‘Nacho' Prieto para regresar a la Católica, fui a Osorno, Antofagasta, Huachipato y finalicé mi carrera en Estados Unidos”, repasa el tercer integrante de esa delantera inolvidable de San Luis de Quillota con Patricio Yáñez y Víctor “Pititore” Cabera.
Una tarde, al volver a dirigir después de un largo tiempo, en el túnel del Nacional, recibió el saludo de Manuel Pellegrini: “Que bueno Miguel que esté de vuelta en el fútbol”. Respeto entre pares.
PS: Un reconocimiento a los más de 80 trabajadores de este diario que el miércoles 11, a las 17 horas, dieron una señal gigante de grandeza.