El título de esta columna es la consigna con que decenas de organizaciones sociales y políticas convocaron a una jornada de protesta nacional el pasado 5 de septiembre. Su impacto, en mi opinión, fue muy reducido, no obstante el esfuerzo de los organizadores por que resultara exitoso. Más allá del resultado de la movilización, me interesa en esta columna describir y explicar por qué coincido con el tema de fondo de dicha consigna.
En mi opinión, la mayoría de los chilenos y chilenas está cansada de las desigualdades, de las injusticias y de los abusos que sufren cotidianamente. Esto, no obstante que Chile hoy es mucho mejor que en 1990, que ha tenido un crecimiento económico extraordinario, que ha disminuido la pobreza como nunca en su historia y que ha desarrollado decenas de políticas públicas a través de los diversos gobiernos pos transición que claramente reflejan en promedio una mejor vida. Sin embargo, cuando se profundiza en el diagnóstico de la sociedad chilena, parece que la mayoría, por distintas razones, está cansada, enrabiada, frustrada con su situación. Electoralmente esto se podría expresar, en mi interpretación, en una especie de “anomia” electoral que se traduce en que más menos la mitad de los chilenos mayores de 18 años no se levantan a votar cada cuatro años, particularmente en el mundo popular y de las capas medias ¿Cuáles serían los elementos objetivos que conducirían a esta conducta? A lo menos quiero plantear algunos.
1) De acuerdo al INE, los chilenos y chilenas tienen un sueldo promedio hoy de $576.000 y la mediana es de $400.000. Eso significa que dada la fuerza de trabajo de 8,4 millones de personas, 4 millones y fracción tienen un sueldo inferior a $400.000 mensuales.
2) Lo anterior, conduce a que el 76% de los chilenos esté endeudado y uno de cada tres chilenos adultos está moroso.
3) Lo anterior, a partir de la encuesta de presupuesto familiar del INE, donde se concluye que el 80% de las familias chilenas no llega a fin de mes.
4) Todo lo anterior, en mi opinión, es producto del desequilibrio en la relación entre el factor capital y el factor trabajo, considerando que este último está sindicalizado solo en un 20%, pero lo más grave es que el factor trabajo negocia su salario y sus condiciones laborales con solo un 8% de sus componentes. Mi impresión es que el promedio salarial tan bajo obedece a esa falta de fuerza para dialogar con el empleador. Por lo demás, y de acuerdo a la práctica, la principal conducta laboral no está en el código, sino en lo cotidiano, y se expresa “si no te gusta, te vas”.
5) 2.600.000 hombres y mujeres son los pensionados en Chile, cuyo promedio de pensión supera levemente los $200.000 al mes. Vivir con esa pensión después de los 60 años para las mujeres y 65 para los hombres claramente es un problema, aun considerando la magnífica política de Bachelet de haber creado el pilar solidario en sus dos componentes, la Pensión Básica Solidaria y el Aporte Previsional Solidario.
6) En materia de salud, 14.000.000 de chilenos están en Fonasa. El Estado desde 1990 ha hecho un esfuerzo enorme en aumentar el gasto y la inversión en infraestructura, médicos especialistas y una diversidad de programas de salud. Sin embargo, en todas las encuestas de opinión pública, la inmensa mayoría espera un mejoramiento de acceso a la salud.
7) En materia de vivienda, aunque ha bajado significativamente el déficit, aún nos quedan 450.000 familias sin ellas y lo más grave son 100.000 personas viviendo en campamentos hoy.
Mencioné algunos ejemplos, hay muchos más, pero el cansancio, el miedo, la rabia y la desconfianza se agudizan cuando se aprecian los grandes contrastes en la vida de los chilenos a todo nivel. Algunos ejemplos:
1) Si usted vive en Vitacura y el alcalde distribuye entre sus vecinos los ingresos municipales, usted recibiría 1.000.000 de pesos. Si usted vive en Puente Alto y hacemos el mismo ejercicio, el vecino de esa comuna recibe 126.000
2) Si usted vive en Las Condes, como es mi caso, tengo acceso a 760 servicios de la más diversa índole. Si yo viviera en Lo Espejo tendría a mi disposición solo 28 servicios.
3) Si su hijo va a un establecimiento municipal, su puntaje PSU promedio será de 450 puntos. Si lo educa en un particular subvencionado obtendrá 500 puntos y si lo pudiera educar en un colegio particular pagado obtendría 600 puntos. Todo lo anterior, no obstante, que el presupuesto de educación pos 90 se ha multiplicado varias veces.
4) En materia de contraste irrita saber, en las páginas de este mismo diario, que la industria del lujo en Chile, situada en Las Condes y Lo Barnechea, vendió el año pasado US$ 760 millones, esto incluye en esa facturación la venta de autos de lujo a 140 millones de pesos cada uno.
5) Finalmente, el cansancio se transforma en rabia y enojo cuando el producto generado por todos los chilenos es capturado en un 33% por el 1% más rico del país.
Hay razones para estar cansado e irritado, individualista y sin mayor esperanza de cambio. Pero de lo anterior se desprende la necesidad de la segunda parte de la consigna que titula esta columna: “nos unimos”. Para superar y seguir avanzando en la construcción de una sociedad más justa, que “empareje” la cancha, es necesaria la unidad de todas las fuerzas políticas, sociales y culturales que estén por cambiar la situación más arriba descrita. Una sociedad más justa, más libre y más próspera es posible solo si las fuerza progresistas que no están conformes con el
statu quo, no obstante los avances alcanzados, enfrentan a las fuerzas conservadoras que, en general, están satisfechas con el estado de la situación.
Puede no haber resultado la movilización del 5 de septiembre, pero, en mi opinión, expresa una gran verdad. La mayoría esta “cansada” y exige unidad.