Gallina ciega tradicional y 2.0
En la variante conocida, solo un jugador se cubre los ojos con una venda e intenta tocar o atrapar al resto de los participantes, que con los ojos descubiertos eluden el manotazo, escabullen el agarrón o ambas cosas.
La variante Gallina ciega 2.0 hace dificultoso el juego porque mantiene las reglas, pero altera las proporciones: todos los participantes vendados deben pillar al único sin venda.
En la antigüedad y en tiempos de la Concertación, la Gallina ciega tradicional era el pasatiempo preferido entre los presidentes del PPD, PS, DC y PR, y el invitado y vendado, por lo general, era el presidente del PC.
En la breve época de la Nueva Mayoría la situación cambió y ahora todos los presidentes se vendaron los ojos, excepto uno, el DC, que en este caso era la Gallina ciega 2.0. Los democratacristianos de turno en la presidencia —Ignacio Walker, Jorge Pizarro y Matías Walker— corrieron peligro porque era difícil pillarlos, ya que el resto no veía nada, pero si lo lograban, en ese caso, estallaba la violencia grupal y era muy alto el riesgo del agarrón, por cierto casual, en partes sensibles y delicadas.
Digamos que por juegos como este se quebró la Nueva Mayoría y la oposición partió al gallinero.
Carrera de ensacados
Los participantes se introducen en un saco grueso y estrecho, donde lo aprisionado e incómodo no les debe impedir el salto corto, para así avanzar hasta la meta.
Los participantes fueron Iván Moreira, Fulvio Rossi, Roberto León, Pablo Wagner, Juan Pablo Letelier, Marco Enríquez-Ominami y Pablo Longueira, entre otros, pero la prueba se frustró porque por alguna razón lograban romper el saco o desprenderse del mismo, para saltar, brincar y luego correr alegremente.
Bolitas
Cada participante maneja un número determinado de bolitas de vidrio, piedra u otro material. Los jugadores deben acordar la modalidad, por ejemplo: el golpe entre canicas debido a la pericia, donde triunfa el que más pega y acierta.
En La Moneda se realizó una partida con los ministros Moreno, Chadwick, Fontaine y Espina, que llegaron con sus lustrosas bolitas de vidrio, y el Presidente no sabía si podía llegar, pero lo hizo a última hora y por el apuro llegó con lo que encontró en el camino, en este caso, un bolón. Ganó.
Después fue con ministras y cada una llevó un tipo distinto de bolita. Gloria Hutt de alabastro y Marcela Cubillos de porcelana; Isabel Plá escogió la canica de cerámica y Carolina Schmidt de mármol, aunque no de Carrara. El Presidente estaba con una apretada agenda por el sur, así que no le daba tiempo de volver, pero se vino en helicóptero y jugó con lo que se consiguió: de acero y además inoxidable. Ganó.
El “paco” y el ladrón
En el Partido Republicano que lidera José Antonio Kast se intentó jugar, pero fue imposible. Las razones son psicológicas y culturales; quizá se trata de culpas ancestrales o internacionales, y acaso un temor reverencial a la condición humana. El asunto es que todos, sin excepción, querían ser “pacos”, y ninguno ladrón.