Desde 2013 el colectivo Cirkoqoshka se ha ganado un merecido prestigio con su muy singular propuesta y buen nivel de realización. Hace básicamente teatro familiar enraizado en las técnicas circenses, pero fusionando los más diversos lenguajes para contar historias fantásticas y jocosas que incluyen un lado extravagante y un factor inusitadamente ‘culto' difícil de hallar en otros grupos. El que sus líderes sean un músico, Alvaro Pacheco, y una diseñadora teatral, Carola Sandoval, determina además que la música y el formato visual tengan especial relevancia en sus montajes.
Aunque saben que su platea es mayormente menuda, no eluden para nada referirse a, por ejemplo, la historia nómade del pueblo gitano y los mitos sobre el animal más grande de Europa (“Ursalis, el último encantador de osos”, cuatro años en repertorio), o a los ‘gabinetes de curiosidades' de moda en los salones elegantes en los siglos XVII y XVIII (“El kabinete de Mme. Forest”, su estreno de 2017). Así abren los ojos de los chicos hacia mundos ignotos que les pueden resultar fascinantes o exóticos, amén de ganarse una franja de seguidores adultos.
Para esta, su última entrega, que debe ser la cuarta, Cirkoqoshka convocó por vez primera a un director externo, Sebastián Vila, de vasta experiencia en el área. Definido como circo contemporáneo, la obra es en rigor teatro bufo y absurdo con abundante despliegue físico y un fuerte componente de música barroca en vivo (temas de Bach, Vivaldi y Purcell ejecutados en vivo, y muy bien, en violín y teclado), más ocasionales destrezas corporales —acrobacia, equilibrismo, trapecio— y algunos elementos de excentricismo musical (instrumentos tocados de modo impensable).
En una hora cuentan la estrafalaria historia de una marquesa que a fines del 1600 en su palacio de Pullalli (lo que hoy es Papudo) enloquece por no poder conciliar el sueño, desesperando también a su paciente sirvienta chola, a quien no deja en paz. Hasta que se le ocurre traer desde Italia a un músico para que la haga dormir con sus interpretaciones virtuosas. Anécdota inspirada en las Variaciones Goldberg que, según se dice, Bach compuso para que un conde sobrellevara su insomnio.
Lúdico e imaginativo, el relato evoca en algo las comedias de enredos con que Carlo Goldoni fijó en el papel la rica tradición de la Commedia dell'Arte, de formato improvisado, que por siglos prevaleció en los tablados populares de Italia; en particular por el clownesco asistente del maestro, pariente de los reideros ‘zanni', los criados chambones e impertinentes. Sorprende todo el tiempo con sus impredecibles cambios de giro y de lenguaje, y aunque se pueda objetar que sus ideas teatrales y recursos salten de una cosa a otra sin transición ni cabal desarrollo, ese desparpajo creativo es también un mérito.
Si bien festiva, no deja de contener una crítica amable, pero clara al clasismo y la siutiquería nacionales, y sobre la mirada utilitaria de la casta privilegiada sobre el arte. Está parcialmente hablada en un italiano chapurreado, y hay bonitos decorados de época, trajes y pelucas. Se recomienda para mayores de seis años, pero son los espectadores más crecidos quienes la pueden disfrutar mejor.
Centro GAM. Sábado y domingo a las 16:00 y 18:00 horas. Hasta el 15 de septiembre.