La selección chilena cuenta hoy con sus dos goleadores históricos —Sánchez y Vargas— pero es un hecho que ni celebra ni produce como en su ciclo más brillante. La carencia de gol —y de oportunidades— es una de las carencias más notorias del período de Reinaldo Rueda, que los múltiples ensayos y fórmulas no hay reducido.
Desde el Mundial de Sudáfrica o del retiro de Humberto Suazo, para ser más específicos, Chile ha resignado sistemáticamente al atacante de área. Optó por otros sistemas, más por necesidad que por convicción, porque no ha tenido un referente típico que sea capaz de ganarse el puesto que parecía reservado para Nicolás Castillo, que no lo obtuvo por bajo rendimiento, primero, y ahora por lesión.
La veteranía de sus mejores intérpretes ha obligado al equipo a morigerar sus ritmos y a atenuar la presión constante que lo hicieron sobresalir. A estas alturas, con un tranco más cansino, la opción de someter a un rival se hace más escasa, por lo que es imprescindible aprovechar cada opción generada, lo que obviamente no está funcionando.
El largo historial de jugadores que han alternado con Alexis y Vargas demuestran que es la búsqueda más intensa de Rueda, que parece haber encontrado intérpretes adecuados en defensa y mediocampo, pero sigue entrampado en los atacantes, al no apostar con regularidad a los que mejor funcionan en el plano local, como Fuenzalida y Puch, o a los que están más consolidados en Europa, como Fabián Orellana.
Lo paradójico es que casi todos los equipos del fútbol chileno han optado por una fórmula de aleros abiertos, lo que significa que debería haber una mayor oferta disponible de especialistas, aunque no hay grandes jugadores a la espera de su oportunidad.
Proyectos hay varios, pero carentes de continuidad. Valencia, Guerra, Morales por el centro; Cavalieri, Lobos, Munder por las bandas tendrán su oportunidad en la sub 23 de Redín, con la obligación de convertirse en mejores cartas de aquí a las clasificatorias de marzo, lo que parece una tarea imposible por la falta de madurez (y en algunos casos de disciplina) que han evidenciado.
Todo hace suponer que el camino a Qatar será el más duro que se haya vivido en los últimos tiempos, con el progreso de Venezuela y la gran generación joven de los ecuatorianos. Es imperioso volver al gol, sin seguir rezando para que los dos artilleros de siempre se reencuentren con su mejor forma.