Con la literatura; de género ocurre a veces un fenómeno curioso: cuando aparece en editoriales o colecciones distintas a lo esperado, recupera frescura y vitalidad. Es lo que ocurre con
Parábola del sembrador, obra de una escritora que ganó los más preciados premios en ciencia ficción; la edición en inglés es de 1993. A ello hay que agregar la pasmosa capacidad de Octavia Butler para anticipar en esa fecha, cuando todavía el cambio climático era un concepto para expertos, un futuro que hoy se siente peligrosamente cercano, con epidemias de sarampión y cólera, océanos que se elevan, sequía como estado permanente y una feroz violencia acuciada por la pobreza, la carestía y la sensación de derrumbe. La novela se desarrolla mayormente en California y comienza en Robledo, a 20 kilómetros al sur de Los Angeles, en una comunidad de negros y latinos que han amurallado un perímetro y que intentan mantener la ficción de la normalidad, aunque afuera las cosas se ponen cada día más peligrosas. La protagonista, Lauren Oya Olamina, lleva un diario que comienza al cumplir 15 años, en 2024, y registra espaciadamente los hechos que llevan al colapso de su comunidad, a la pérdida de su familia y al inicio del peregrinaje hacia el norte, donde todavía —dicen— hay agua barata y mayores posibilidades de sobrevivir (es inevitable recordar
La carretera, de Cormac McCarthy, pero apareció 13 años después).
Hay algo más que aventuras y desgracias en la novela. Butler —algo que se aprende al leer la obra— es también uno de los estandartes del feminismo negro y del afrofuturismo, la apropiación de las herramientas de la literatura de ciencia ficción por parte de la comunidad afroamericana. De ahí que la figura de la protagonista y sobre todo sus ideas sean una de las líneas de desarrollo más importantes y que la religión (Lauren es hija de un pastor) y las preguntas sobre Dios y el sentido de la existencia sean tan relevantes. Lauren elabora las bases para un futuro posible, una suerte de religión que llama “Semilla Terrestre”, cuyo gran motor es el Cambio (“Dios es Cambio”) y su último destino, echar raíces en las estrellas. “Tropezarse con la verdad no es lo mismo que inventar cosas”, señala Lauren, y sus creencias le permiten mantener la cordura y sostener la unidad del improvisado grupo que marcha hacia el norte. La traducción al castellano de Chile, hecha por Virginia Gutiérrez, es impecable.
OCTAVIA E. BUTLER
Overol, Santiago, 2019. 368 páginas.