Una de las tres obras de autores emergentes que seleccionó la XVIII Muestra Nacional de Dramaturgia, “Casandra, la Sandra” —estrenada en octubre pasado en ese certamen— se presenta ahora a público general en una breve temporada.
Gabriela Aguilera, actriz de dilatada carrera en teatro, cine y TV, y docente especializada en emisión vocal (asimismo, integra el grupo musical retro Pink Milk), incursionó por primera vez en la escritura para la escena con esta pieza. Un debut con perspectivas, sin duda.
Desarrolla en una sucesión de nueve escenas una situación realista y muy cotidiana en torno a la culpa, el duelo y la muerte, que tiene el mérito de irse tiñendo en forma imperceptible de extrañeza. Álex, quien tras la muerte de su madre regresó a Chile desde Estados Unidos donde vive hace muchos años, se afana desocupando el departamento de su progenitora; cuando una mujer de conducta algo rara entra al lugar e insiste en acercarse a él porque al parecer tiene algo que decirle.
Pronto sabremos que Sandra, cajera del supermercado que está al frente, conoció como clienta a la señora, quien sufrió el ataque fatal justo en su caja. La acompañó al hospital y la ayudó a pasar el umbral entre la vida y la muerte, no sin que antes la difunta le diera un mensaje para su hijo, respecto de su padre, con el cual este también se relacionó en forma disfuncional. Aparece además un muchacho, empaquetador del mismo supermercado, que tiene cercanía con la cajera.
Al principio las conversaciones suenan más bien triviales, pero Aguilera —revelando un suelto manejo del diálogo— logra con recursos muy sencillos y sensitiva habilidad, que el tono derive a un punto ambiguo en que realidad e irrealidad se topan. En tanto, sugiere que la cajera está lejos de ser una mujer común. De algún modo se convierte en una suerte de trasposición actual de la Casandra de la mitología griega, una clarividente que sabe aquello que los demás no ven; alguien conectado con los enigmas, aunque nadie crea en su don.
Hacia el final, hay otro giro inesperado: los tres resultan ser personajes solitarios, los cuales no buscan otra cosa que un lugar que los acoja; algo parecido a un hogar, un asomo de familia.
Si esta modesta y breve —50 minutos— propuesta va ganando en densidad a medida que avanza, se debe también a que está idóneamente dirigida por Aliocha de la Sotta, y bien actuada por su elenco; en especial por Sara Pantoja y Cristián Carvajal, cuyas escenas —animadas sutilmente en el singular medio filo que requieren— destacan como las más atractivas del total. Otro buen aporte a la atmósfera elusiva e inquietante del relato es la música original de Fernando Milagros.
Teatro UC. Miércoles a sábado, a las 20:00 horas. Hasta el 7 de septiembre.