No deja de ser curioso que una película documental, sobre una cantante de ópera de los años cincuenta y sesenta, permanezca en la cartelera santiaguina por un mes entero. Pareciera ser que cierto público adulto se niega a dejar el cine a disposición de animaciones y superhéroes. Puede que su éxito se deba a la irritante escasez de cine adulto que producen las vacaciones de invierno, pero también es bonito pensar que hay una resistencia en acción, un movimiento callado pero tozudo de gente que aún cree en el cine como un forma de arte, una expresión cultural, algo que merece recibir nuestro tiempo, nuestro dinero y, ojalá, nuestro afecto. Porque “Maria Callas en sus propias palabras”, a buenas y primeras, no parece una película especialmente atractiva ni didáctica. Como su título original refleja mejor —“Maria by Callas”—, la cinta arma un relato de la carrera de la soprano a partir de su propio testimonio, construido a partir de una multitud de registros. Aquellos que manejan al revés y el derecho la vida de Callas reconocerán, por tanto, reflejos de los hitos más relevantes de su biografía. Aquellos que no han leído sobre Callas ni en Wikipedia tendrán un asomo subjetivo, cronológico pero fragmentado, sobre quizá la soprano más potente del siglo XX. Esto no significa que la cinta sea solo para iniciados. Funciona para ambos públicos en la medida que Maria Callas es una artista arrebatadora y exquisita, y su presencia seduce, conquista y, por qué no decirlo, emociona. “Maria Callas”, en ese sentido, transmite todo lo que una entrada enciclopédica no puede transmitir: su sonrisa magnífica, sus ojos coquetos, la agudeza de sus palabras, la intensidad con que actúa y, por supuesto, la belleza de sus interpretaciones, tan evidente que puede ser captada incluso por uno, un total ignorante en las acaloradas disquisiciones del mundo operático.
El fotógrafo Tom Volf arma su cinta a partir de todo orden de registros de Callas, incluso cartas y su diario de vida, pero atina a hacerlo con un
flair muy contemporáneo, en que decide no explicar lo que se puede leer en otra parte. Dicho de otra manera, su documental nace desde la vereda del canto y la fotografía, y no desde el periodismo. Aquí no hay expertos o amigos hablando hoy sobre Callas, sino material de archivo, fotos, películas caseras y grabaciones. Con ellos, logra un admirado retrato de Callas, pero también aprovecha la ocasión de retratar el mundo que rodeaba a la soprano: los viajes, el acoso de la prensa, los barrocos vestuarios de las presentaciones, Aristóteles Onassis y el
jet set europeo de los finales de los cincuenta y buena parte de los sesenta, con sus grandes anteojos de sol, exigentes peinados, veranos en el Mediterráneo, ropa de lino y yates generosos en madera, el glamur de una época extinguida que seduce a Volf quizá tanto como la misma Callas. No hay cómo culparlo. Es cierto que en esos mismos años el mundo estaba literalmente en llamas —la guerra de Vietnam, la lucha de los movimientos civiles en Estados Unidos, la Revolución Cubana, la crisis de los misiles, una omnipresente Guerra Fría, masivas protestas estudiantiles—, pero donde nada de esto parecía tener importancia era también una época de un sofisticado refinamiento estético. Hay quienes afirman que la belleza se termina imponiendo sobre la verdad. Es difícil asegurarlo, pero quienes busquen una prueba a favor la encontrarán en “Maria Callas”.
Maria Callas en sus propias palabras
Documental dirigido por Tom Volf.
Con Maria Callas, Aristóteles Onassis y Pier Paolo Pasolini.
Francia, 2017, 119 minutos.