Marcó un hito en la gastronomía madrileña y nadie pone en duda que la llegada del restorán Cañadío de Santander fue un suceso. Con más de 30 años en la capital cántabra, su tarta de queso, un sencillo y humilde postre, atrae legiones de fanáticos. Hoy todos quieren copiarla, con más o menos éxito, aunque la del Cañadío es insuperable.
Pero aquí su fama entre los críticos y conocedores va mucho más allá de la tarta. Ranqueado entre los mejores de Madrid, es un lugar al que hay que ir con reserva. Paco Queiróz, su reconocido chef, tiene una cocina creativa y moderna, pero apegada a la más pura tradición de Cantabria.
En Madrid, su local tiene una pequeña terraza y una barra más informal para tomarse unos vinitos con tapas de la casa. Luego un comedor con la cocina a la vista y un segundo piso más formal. El servicio es ágil y correcto. Para comenzar, cortesía de la casa, un chupito de gazpacho de olivas: puro sabor. Luego, unas anchoas de Santoña (verdaderas joyas) al aceite de oliva, con pimientos del piquillo y trocitos de higo. Sencillo y espectacular. Lo mismo que los buñuelos de bacalao con suave alioli. Perfectos en su fritura, delicada y esponjosa, crujiente por fuera y húmeda al interior. Las manitos de cerdo rellenas de cigala (un crustáceo similar a la langosta) transportaban a otro planeta. El pan, en tres variedades, es preparado en casa, con masa madre, acompañado de tostaditas casi transparentes.
Y el broche de oro: la tarta de queso. Se sirve tibia, a punto de desarmarse. Una fusión perfecta de sabores en el que la masa de queso, finalmente, se derrama en el plato. No hay palabras para describirla. Hay que probarla.
Un restorán para poner en la lista. Nada de caro, es reconocido por sus precios más que razonables para el nivel de su cocina.
CañadíoDirección: Conde de Peñalver 86, Madrid
Reservas: www.restaurantecanadio.com
Precio por pareja: 100 euros aprox.
Abierto de lunes a domingo.