Hace algunos meses me involucré en una polémica sobre los goles convertidos por Francisco “Chamaco” Valdés, a quien se le estaba restando un gol a los que efectivamente convirtió. Defendí con entusiasmo, en una discusión a ratos áspera, sus 215 conquistas.
Supongo, porque tengo que suponer algo, que eso me llevó a la inexcusable tontería de sumarle uno más hace una semana. Considerando los problemas de la educación, el precio del cobre y los incendios en la Amazonía, una insignificancia. Pero sentí una vergüenza enorme, mayor que la que parece sentir Bolsonaro. Claro, porque mal que mal siempre manejé estadísticas correctas.
Felizmente, Esteban Paredes llegó en esta fecha a los 215 y todo indica que superará el récord seguramente con amplitud. Tiene las condiciones para hacerlo y también el tiempo, pues si no lo consigue seguirá renovando sucesivamente sus contratos con Colo Colo.
Habrá que decir que Paredes es uno de los más completos goleadores del fútbol chileno. Por de pronto, comparte con “Chamaco” el ser poseedor de un alto nivel técnico. La relación con el balón de ambos es notable. El artillero en ejercicio no es un oportunista, lo suyo es mucho más que eso. Obviamente tiene sentido de la oportunidad. No hay goles sin ese sentido. Pero Paredes es, además, un gestor de jugadas de gol; lo suyo no surge de la casualidad, sino de la elaboración.
Cuando Esteban Paredes entra en contacto con el balón, el espectador sabe que algo importante va a suceder. No hará nada intrascendente y, si lo parece en un primer momento, pronto aparecerá la importancia. Siempre estará orientado hacia un tejido de ataque profundo.
Ese ataque puede ser terminado por él o por algún compañero, pues la habilitación es otra de sus características. Habilitación que surge de su inteligencia, de su concepto solidario del fútbol y de su visión. Y, en los últimos años, de su experiencia. No sólo eso: alguna vez el goleador confesó a una revista que Marcelo Bielsa había sido decisivo para él, pues le enseñó a moverse en el área. Y lo aprendió muy bien, tendremos que agregar.
¿Aguanta la marca? Por supuesto. No es fácil quitarle una pelota, porque su excelencia técnica le permite llevarla pegada y bien cubierta por el cuerpo.
¿Cabecea? Claro. Y muy bien, cuando hay que usar el recurso que lo ha llevado a muchos goles.
¿Y el picotón? Soberbio y tal vez uno de sus argumentos más celebrados. Sin ser un vicioso de picar la pelota frente al arquero, sino que usando el pique cuando es un arma útil.
¿Las dos piernas? Las dos. Es zurdo, pero para el gol se presenta con las dos. (¡Y qué volea de zurda impresionante para gol 215!)
¿Veloz? De mente, más que físicamente. Para marcar las jugadas (argumento decisivo), para habilitar a un compañero, para desaparecer de la vista de los centrales y para reaparecer cuando ya es demasiado tarde para ellos.
Servidor de penales cada vez que fue requerido. ¿Qué más? Estoy viendo goles de Paredes y cada uno es una creación. Y es un agrado comprobar que los más grandes goleadores de nuestro fútbol histórico sean dos futbolistas de gran calibre técnico.
¿Y ahora? El gol 216 y los cien millones anunciados por Aníbal Mosa. Y el récord de Carlos Caszely en Colo Colo. ¿Será mucho? Veremos.