Qué buena fuente de ideas es el tema de esta nueva serie de HBO: los teleevangelistas gringos y su devota fe mostrada en circos mediáticos versus lo que en verdad podrían llegar a ser sus vidas sin ni una gota de creencias. El actor y creador Danny McBride (“Vice Principals”), sin embargo, desaprovecha la ocasión para hincarle el diente a semejante cantera y lo que pasa, en verdad, es un intercambio de bromas sin mucho peso y giros más bien gruesos a la hora de delinear a una millonaria familia de pastores televisivos: el patriarca (John Goodman) y su prole sin cerebro alguno (McBride, Adam DeVine, Edi Patterson). El examen de conciencia de la serie en este sentido recae en la gran actuación de John Goodman: el único que no está armando una caricatura que, claro, con los elementos mostrados en acción, pueden causar risa y hacerlo ver patético. Pero en ese jefe de familia hay aún una demoledora fe, quizás no en un dios real, pero sí en una dignidad extraviada en el camino. Goodman, de alguna manera, es el canon que debió haber tenido “The Righteous Gemstones”: dioses con pies de barro y no el camino y comedia que prefiere Danny McBride. Ojalá mejore, porque el tema lo merece.
Disponible en HBO y HBO GO.