El técnico Ernesto Valverde partió perdiendo en la liga de España y no pudo alabar a Arturo Vidal, como otras veces lo hizo, por una razón evidente: no lo convocó entre los once elegidos y ni siquiera lo llevó a la banca para la derrota con el Athletic de Bilbao por 1 a 0.
Cuando arribó al Barcelona, el entrenador lo calificó de “tremendo jugador y un guerrero” y alguna vez lo puso como ejemplo para dar vuelta partidos.
Arturo Vidal, hace unos meses, era indispensable. Era superlativo y se transformó en un imprescindible para los azulgranas, por garra, temperamento y su actitud en la cancha era un modelo de entrega y una clase de amor propio. Valverde, el entrenador, lideraba esos juicios absolutos y definitivos y ahora, para el primer partido de la Liga, ni siquiera lo llevó de viaje, y sobre lo venidero y los próximos partidos, lo que dijo fue un enigmático “ya veremos”. O sea que a lo mejor, y puede que sí, como que no; hay que ver, vamos a ver, veremos qué pasa.
Dicen que no hay nada más falso que beso de suegra, por lo visto hay algo que lo supera: elogio de entrenador.
El corazón del asunto, probablemente, está en el precio de los jugadores y la orden de las dirigencias es nunca depreciarlos, menos criticarlos y jamás poner en duda su utilidad. Hay que sabe vivir en la cancha y en la bolsa. Para el técnico se trata de responsabilidad profesional con esa empresa que lo contrató y su misión es valorizar los productos en su interior. La orden del día a día, por lo tanto, es jamás bajarle el precio a un crack y nunca decir que no está para titular. Hay que mantenerlo en el nivel, sujetar el negocio y darle valor agregado con declaraciones ambiguas, líquidas y cambiantes, donde nada es definitivo ni descartable.
Hoy no está en la cancha, pero puede que mañana sí, y si mañana no, entonces está pasado mañana, y después de eso viene el futuro donde todo es posible, porque a la hora de vender se negocia un titular y nunca un reserva. Hay una diferencia.
Para el entrenador no hay inconsecuencia ni incoherencia alguna, no lo consideró para el partido en Bilbao, pero “considerar” es un verbo amplio y extendido, que se conjuga con consideraré y considerare, consideraría y hubiese considerado o habiendo considerado.
Todo es posible, la cosa es que siga caro, que el precio no baje y que esté tranquilo, por ahora; o intranquilo, también por ahora. Eso es cosa de Arturo Vidal y esa paciencia es parte de la profesión.
¿Será titular?
Puede que sí, puede que no, puede que las dos.
Ernesto Valverde cumple su papel: dice una cosa, luego otra y finalmente ambas.
Es el arte menor de la compra y venta.