Santiago canalla ofrece un conjunto de relatos que pretenden representar la manera como nuestros escritores asumen los desafíos narrativos del llamado
noir o género negro. Algunos textos pertenecen la pluma de narradores cuyos nombres poseen gran familiaridad para los adictos al género, como los de Ramón Díaz Eterovic y Poli Délano, mientras que otros provocan distintos grados de resonancia en el oído de los lectores. Hay textos en los que se prefiere avanzar derechamente al delito o al enigma que contiene el relato. Otros se interesan más por la construcción de las circunstancias que rodean y hasta cierto punto explican el motivo —siempre una alteración social o humana— en torno al cual gira la historia. El lenguaje de cada cuento revela, asimismo, distintas entonaciones narrativas y distintos grados de pericia para construir las imágenes características de un relato negro. Todos, sin embargo, responden a un interés compartido para construir con verosimilitud tanto los discursos como las tramas, la fisonomía de los personajes y las atmósferas con que el género negro ignora y reconstruye las convenciones de la literatura tradicional de crimen y misterio.
El libro trae un prólogo firmado por Bartolomé Leal que propone una atractiva minihistoria de Santiago desarrollada a la luz de una tesis no menos interesante. Desde sus mismos orígenes, la capital de Chile fue una ciudad asediada por la naturaleza, por los hombres y por circunstancias de todo tipo, y actualmente “sigue siendo una ciudad bajo acoso; porque aquel fue el signo de su mero nacimiento, su pecado original, marcado a fuego en su toponimia”. Los relatos del volumen se desarrollan, consecuentemente, en los diferentes sectores que forman dicha toponimia y, sin importar las diferencias individuales que exhibe cada texto, todos participan de un propósito compartido: imaginar las formas como el acoso, o sus consecuencias, toma cuerpo en los espacios delimitados por La Chimba, Quinta Normal, Ñuñoa, Las Condes y los barrios que los componen.
La selección realizada por Bartolomé Leal ofrece buenos ejemplos tanto de las variantes narrativas que encontramos utilizadas comúnmente en los relatos negros como del repertorio más característico de sus situaciones, figuras, espacios y atmósferas. La historia de los crímenes y de los actos delictivos que constituyen el motivo central de cada cuento puede llegar al conocimiento del lector relatada por las voces de observadores testimoniales que en ciertas oportunidades se manifiestan curiosas y en otras, impasibles hacia lo que narran; por las voces de detectives que conocen el sabor del escepticismo o de la derrota, o, más importante aún, por las voces, desprovistas de culpabilidad o remordimientos, que pertenecen a los gestores o perpetradores del crimen (característica común de los relatos negros, pero generalmente rechazada por la novela tradicional de crimen y misterio). Los mundos imaginarios que estas voces construyen ofrecen asimismo interesantes alternativas: pueden ser representados según los cánones de un nuevo realismo naturalista (como ocurre en la mayoría de los cuentos); pueden identificarse con ambientes de misterio o de irresolución (como en un par de ellos) o, incluso, con el espacio de la ficción dentro de la ficción. Pero, por sobre todo, existe una atmósfera afectiva desencantada y derrotista que, aunque solo se manifiesta explícitamente en algunos cuentos, termina dominando todo el volumen: la nostalgia teñida de cólera ante la desaparición de los modos de vida de un Santiago que la voracidad de las inmobiliarias y de los grandes intereses económicos destruye irremediablemente: “Así como años antes, en tiempos de nuestros padres, importaba ser solidario, ahora lo que importaba era acumular dinero. Si antes fue trascendente ayudar al vecino, ahora lo era eliminar al competidor” (Antonio Rojas Gómez: “Hijo mío”).
Sin permitir lugar para la duda, los cuentos reunidos por Bartolomé Leal ofrecen una lectura más que satisfactoria para cualquiera de nosotros y, sobre todo, para los aficionados al género negro. Estos pueden estar seguros que
Santiago canalla no los defraudará.