Viajes, navíos y océano no resultan una temática desconocida en la obra de Benito Rojo. Insiste ahora en ella, pero renovada a través del desastre. Así, sus actuales naufragios —Sala Gasco— se vuelcan en siete cuadros de gran formato —acrílico sobre tela o papel— y una escultura esculpida por el mar. Esta vez se han captado bien las peculiaridades marinas, conquistando una imaginería consecuente y atractiva en buena parte de las pinturas expuestas. Sin duda, domina el conjunto un tríptico, Mapa de Chile (2019), trabajo hermoso de un cromatismo personal y de una fluidez formal plena. Constituyen sus personajes, a lo largo de la angosta carta geográfica nacional, un sinnúmero de negras siluetas de barcos hundidos —quizá, como podríamos avistarlos desde las capas superficiales del agua— y los puntos críticos donde ocurrió el hecho. Cada uno de esos sitios se representa mediante signos: círculos concéntricos, al modo de una especie de diana de tiro al blanco. Provocan ellos una sensación de vibración visual que alerta al espectador. En cuanto a nuestro territorio, resulta definido por un rico manchado, cuyas superposiciones alcanzan delicadas texturas. También la mancha se mantiene en el resto de lo mostrado (de 2018-2019). Se trata de tres pinturas en que la catástrofe se halla armoniosamente materializada. Nos referimos a Tsunami, embarcación pronta a hundirse y vista desde la popa y su hélice desfalleciente; Fuego a bordo con su proa fantasmal; Naufragio III, también desde la popa y con el último estertor del humo negrísimo con que su chimenea pareciera despedirse.
Los demás cuadros dejan ver, por su parte, la concurrencia del contraste: una amalgama de abstracto manchado y de geometría figurativa, cuyas rectas y curvas cerradas representan botes y despojos de naves. No obstante, en ocasiones aquel diálogo se vuelve formalmente duro. Ello sucede con completa claridad en Naufragio II. Aquí la rigidez de los dos segmentos color cerúleo perjudica la composición entera, restándole fluidez visual e introduciendo cierta incoherencia argumental. El único volumen presente, entretanto, corresponde a un poderoso, a un derruido madero rescatado desde la profundidad marina. Atravesado por muy gruesos clavos, probablemente servía para el amarre de los barcos en puerto. Su belleza escultórica, trabajada por la naturaleza y salvada por ojo de artista, se luce en la Sala Gasco.
Ciro Beltrán en Las Condes
La Corporación Cultural de Las Condes proporciona una exhibición antológica de Ciro Beltrán. Ante todo nos demuestra el artista que es; por sobre todo, un pintor. La novedad de sus trabajos más recientes (2016-2019) revela una completa abstracción, con mucho de grafiti callejero —del buen grafiti se entiende— y una peculiar sensualidad formal, bajo la sujeción de su vasta experiencia pictórica. Un enorme acrílico del presente año con claridad lo demuestra. De fechas anteriores, destacan sus cuadros de la década del 90, donde sus protagónicos poliedros —Persiana americana y rostros elementales reflejados en la ciudad—, se convierten en sus figuras más conocidas y típicas. También encontramos pinturas con alfombra y su peculiar trama como soporte, algunas realizadas sobre el revés de este. Dentro de ellas, Spatium vaga lo desgarra radicalmente, quizá en un personal arranque innovador.
Asimismo, en el mismo local de Las Condes expone Ximena Ducci, fiel integrante del Taller Huara Huara. Muestra, por lo tanto, cerámicas. Pero con la particularidad de incorporar oro a la greda. Así, sus esculturas relucen, amalgamándose muy bien con pigmento negro. Mediante tales materiales, nos entrega figuraciones impregnadas de un surrealismo que se aproxima al carácter simbólico. En general, poseen estos trabajos algo de maqueta, de juguete y hasta de joya. En todo caso, su gran personaje resulta la casa arquetípica, reducida a un simple volumen geométrico. Y, cada vez, hace variar su circunstancia: eleva esa figura sobre una roca oscura y brillante, coloca a ambas sobre un mismo plano, incluye otra vivienda en miniatura dentro de ella, instala una silla encima de su techo o la abre para albergar una gran fruta dentro. No obstante, cuando lo adherido es una globosa masa informe —¿una nube, acaso?—, esa cerámica se perjudica por su incierta temática. Tampoco con la combinación favorece al dorado.
Naufragios
Pinturas recientes de Benito Rojo
Lugar: Sala Gasco
Fecha: hasta el 27 de septiembre
Vastedad del ánima
Antología de la obra de Ciro Beltrán
Fecha: hasta el 22 de septiembre
Escultura cerámica
Greda y oro en variaciones alrededor de la vivienda del hombre
Fecha: hasta el 25 de agosto
Lugar: Corporación Cultural de Las Condes