Las claves para entender cabalmente este libro están en el prólogo. Reyes, en cuatro párrafos, habla de escritura especulativa, datos dispersos, vistas parciales, espacios en blanco y, sobre todo, de “un pretexto reversible: la excusa de leer para escribir, y viceversa”. No hay que buscar entonces, en estos “encuentros y desencuentros literarios”, datos, hechos comprobables, abono fértil para biografías canónicas, sino una cuestión más elusiva y a la vez más certera, una fuga de la línea y el hallazgo de un centro. Se trata, citando al autor, de “partículas mínimas de vidas” asumidas con libertad, cuya pretensión de verosimilitud radica, mucho más que en el respeto mecánico a la historia, en acertar al blanco de lo que esas vidas fueron. Así, para discernir el origen del inacabable rencor entre De Rokha y Neruda, Reyes no acude a razones políticas o literarias, sino a un partido de rayuela en el que ambos participaban contra Manuel Rojas y José Santos González Vera. De Rokha aparece nuevamente en el libro, al final, en un capítulo que es un perfil del poeta y de su (casi) inagotable amor por Winétt a lo largo de su vida. En todos los relatos, Reyes entrega oportuna información sobre los escritores y sus libros, pero de manera medida, lejana del alarde erudito.
El fugaz encuentro entre Nemesio Antúnez y Albert Einstein en Nueva York y con Claudio Arrau en el barco en que ambos viajaban, el de Rosamel del Valle con Allen Ginsberg en la misma ciudad, el de Poli Délano con Juan Rulfo en un hotel viñamarino, son momentos que dan pie para relatos que se articulan sobre ellos o que encuentran en ese dictado del azar su culminación. Arrau tiene también otra aparición, la recreación lúdica de la entrevista que le hicieron Marta Brunet y María Monvel. Otros escritores —Roberto Arlt, Raúl González Tuñón, Juan Rulfo— aparecen porque estuvieron un tiempo en Chile, pero también hay relatos que ocurren más allá de nuestras fronteras, animados por latinoamericanos —Rodolfo Walsh, José Lezama Lima, Virgilio Piñera— o de otras latitudes, como Antón Chéjov, Marianne Moore y Elizabeth Bishop, entre otros, excursiones en distintos ámbitos que mantienen las premisas del conjunto: ese instante fugaz que al fijarse en el relato ilumina de otra manera lo sabido. El libro juega con los géneros y transita por un espacio original y atractivo, que se lee con gusto.
Felipe Reyes
Lumen, Santiago, 2019.
162 páginas.