De puro ingleses, hemos dado en decir, cuando se destituye a alguien, que ha sido “removido” de su cargo. Claro: es que en inglés “
to remove” a algún gaznápiro es, precisamente, destituirlo, echarlo. Aquí, para no ser menos, se “remueve” a este empleado o aquel, aunque, normalmente, remover algo es agitarlo con diversos meneos para mezclar ingredientes.
Cuando Haydn emprendió viaje a Londres la primera vez, en 1791, llegó una noche a Calais y, al día siguiente, a las 7 de la mañana, oyó Misa y se embarcó rumbo a Dover. El gran Haydn no conocía el mar y en su sobrio diario de viaje escribió apuntes que no expresan ni los grandes éxtasis ni los epatamientos lacrimosos de otros meseteros cuando descubren sus playas. El cruce del Canal fue plácido, salvo al final, cuando, llegando a Dover, se levantó viento y al compositor se le removió el piso. Es que suele en la puerta del horno quemarse el pan, como le pasó al marqués de Baides que, después de dejar la Presidencia de Chile y en viaje de vuelta a Cádiz, pereció cuando un horrendo temporal, que se desató justo al entrar a puerto, echó a pique el barco.
Cierta vez que nosotros cruzamos el Canal, lo hicimos a bordo del
hovercraft, que flota sobre el agua sobre un colchón de aire producido por sus turbinas. Fantástico. El caso, empero, es que cuando el mar está liso y parejito, todo es navegar como una seda; pero cuando se agita el agua, el artilugio aquel sube y cae con una espantable violencia.
Estaba equipado ese
hovercraft con bar y restorán. ¡Faltaba más! Los pasajeros iban todos de color verde azulado, con un mareo atroz, desparramados por los asientos y pasillos. Lo que es nosotros, habíamos tomado unas píldoras de bonamina, que nos evitaron todos los inconvenientes de la remoción de piso y meneo acuático. Nos comimos, ante la mirada horrorizada del resto del pasaje, unos muy donosos
mash and bangers (puré con salchichas inglesas) que son el más claro indicio de estar aproximándose la costa británica (dicho sea de paso, hoy ya no venden bonamina, santo remedio para el mareo, ni tampoco coramina, que se tomaba, en gotas, para las debilidades cardíacas —si se las disolvía en whisky, el efecto era milagroso—: ambas cosas eran infaltables en veladores y botiquines).
En cocina, remover y menear sartenes y cacerolas es procedimiento usual y de gran utilidad. En lo que viene, por ejemplo.
Omelette dulceBata con admirable entusiasmo 2 huevos por persona. Derrita en la sartén 1 cda. de postre de mantequilla por cada 2 huevos. Derretida la mantequilla, vierta los huevos. Menee la sartén horizontalmente, despegue los bordes con espátula. Cuando esté cuajada por debajo, agregue 1 cda. de mermelada por persona. Sostenga la sartén con la derecha, imprímale más meneos, dóblela con la ayuda de la espátula y sírvala de inmediato.