Por sus dimensiones y materiales insólitos, una exposición comienza por llamar la atención más allá de los cuadros mismos. No obstante, asombra más todavía la instalación de una grande y protagónica red, que corta en dos la sala principal de Galería Patricia Ready. Para confeccionarla, Malú Stewart ha recurrido a sus habituales limpia pipas, pintados grises, blancos, azules. Y por medio de clausura semejante, obliga a detenernos, mirando las pinturas tanto hacia el mar, como hacia la vegetación inmediata de una playa isleña. A primera vista pareciera entregarnos la visión cotidiana del pescador caribeño o ese particular efecto de mosaico a que somete la artista sus ejecuciones. Pero mayor detenimiento invita a descubrir en la malla un símbolo de libertad territorial acorralada. Cuestión de interpretar. En cuanto a las pinturas mismas, la autora recurre a su conocida fragmentación ocular, al modo de las pinceladas yuxtapuestas del impresionismo. Se nos exige, pues, distanciamiento físico para contemplar la imagen, la cual al aproximarnos se disuelve, permitiendo captar la estructura material del cuadro. Sin embargo, aquí la participación del pincel se reemplaza por redondos relieves sólidos de pasta pictórica, sujetos sobre fondos de acrílico. Y la voluntad innovadora de Stewart hasta se permite utilizar objetos —los potes para los pigmentos— en similar función.
Cuatro cuadros constituyen, por lo menos para el público corriente, el epicentro de la exhibición. El enorme “Mar Caribe” ocupa un muro entero de la extensa sala. Predominan los colores fríos, mientras un decidido expresionismo impregna la composición entera. La violencia tempestuosa de los oscuros nubarrones parece oprimir con naturalidad la placidez innata de la aguas. Si este trabajo se encuentra, como soporte, integrado por muchísimos módulos de tamaño mediano, los tres productos colgados en la pared al otro extremo del recinto se desarrollan sobre un número menor de unidades. Eso sí, ahora de espaldas al mar rescatan el bosque caribeño junto a la playa, a través del dominio de colores cálidos. En el primer paisaje se tiene la audacia de emplear los puntos redondos de pasta en bastantes mayores dimensiones, volviendo abstracta la composición. Las dos pinturas siguientes ostentan ramajes ya por intermedio de un mosaico de pequeños cuadrados, ya con la puntuación habitual de Stewart. Este último cuadro transfigura el boscaje hacia fines del crepúsculo, destacando, sobre la oscuridad inminente, amarillos y naranjas apagados.
Cual recuerdo del pasado, una “vangoghiana” realización de menores dimensiones aparece bordada por los limpia pipas. A continuación, a lo largo del amplio pasillo lateral de la galería, se muestra un conjunto de hermosura pareja. Puede que la expositora lo considere un divertimento frente a su obra mayor. No obstante, cada uno de esos 23 cuadritos —esmalte y paspartú— resulta una labor autónoma, capaz de demostrar un sentido exquisito del color, un tratamiento muy imaginativo de la variación geométrica. Realizados diariamente en Tokio, transmiten la sensibilidad japonesa con genuino espíritu occidental.
La Sala Gráfica de Galería Patricia Ready ofrece gráfica del catalán Jordi Alcaraz (1963). Se trata de 13 dibujos en blanco y negro con mucho de volumétricos, con mucho de gráfica y collage. Es que reúnen fragmentaciones de libros casi sin texto, trozos de alambre, hilo o cordel, cristales, trasparencias y agujeros, pintura de manchas negras, roturas de soporte. Además, cierto misterio levemente agresivo y sin vínculo alguno con lo reconocible se desprende de ellos. En todo caso, sigue el autor la línea del característico informalismo patrio, eso sí, marcándolo con su bien definida individualidad.
En Galería NAC, el santiaguino Adrián Gouet trata de atrapar algo del ámbito sobrenatural, mediante óleos sobre tela de tamaños diferentes. Y lo lleva a cabo de manera figurativa, haciendo del ocultismo su temática exclusiva. Desde luego a Gouet no le falta imagen: importante atributo en todo artista. Sin embargo, sus logros más convincentes los alcanza cuando materializa los argumentos de modo más indirecto y menos evidente. Tenemos, así, el solitario protagonismo de la escalera, donde magenta claro, grises y toques de verde sugieren algo metafísico. También muestra buen manejo de la perspectiva en interiores, el cuadro con el personaje que aparenta pintar el techo. Por último, si la pintura con el gran paño amarillo, aunque muestra un dibujo que puede mejorarse, transmite sugerencias, el atractivo paisaje con el socavón profundo produce el efecto de no hallarse por entero terminado.
Sueño recurrente
Pinturas muy grandes del Caribe y pequeñas abstracciones japonesas, a través de los talentos de Malú Stewart
Personales construcciones del catalán Jordi Alcaraz
Lugar: Galería Patricia Ready
Fecha: hasta el 23 de agosto
Ciencias ocultas
Aproximaciones a un más allá cercano, de Adrián Gouet
Lugar: Galería NAC
Fecha: hasta el 3 de agosto