Esto de comentar de gastronomía y restoranes no es fácil. Nada de fácil, a pesar de quienes piensan que debe ser una de las mejores actividades que existen. Porque un mal comentario puede perjudicar a un local (siempre hay personas detrás y eso pesa) y reseñarlo favorablemente también tiene sus bemoles.
Una experiencia personal agradable y sin tropiezos lleva a más gente de la que uno se puede imaginar —tras los humildes 2.000 caracteres de una columna— a acudir al restorán en cuestión.
Pero ese buen comentario publicado debe tomarse, por los propietarios y responsables, como un desafío. Una tremenda responsabilidad más que un premio. Está bien, es verdad, se reconocen aspectos del lugar que llevan a recomendar una visita. Su propuesta tiene acogida. Buena señal y una satisfacción, pero…
Porque, ante ello, deben estar preparados para recibir a los nuevos comensales que han creído en el favorable comentario y acuden a sus mesas. Y algunas veces, no siempre para ser justos, se recibe a un número mayor de comensales que lo habitual, sin tener en cuenta lo que atrajo a este nuevo público.
Mesas sucias, falta de atención amable y oportuna, servicio lento, sin los productos y platos estrellas y, en síntesis, una pésima experiencia para quienes han creído en la recomendación de la columna. No solo es el mal rato, sino el dinero pagado que, como está el precio en Chile de los alimentos, no suele ser poco.
La responsabilidad de quienes reciben un buen comentario es grande y solo así les permitirá seguir manteniendo esa preferencia. Esa máxima de que lo más difícil de un restorán es mantener su calidad pareja, sin importar si es lunes o viernes en la noche, si se recibe a dos comensales o a 100, es lo que convierte a un establecimiento en un clásico. Aquel al que se va sabiendo lo que se encontrará y se sale satisfecho. Es la gran deuda en Chile.
Esa característica cuesta hallarla. Si no llegaron todos los garzones, simplemente no se atiende a todas las mesas, por ejemplo. O las marchas blancas. ¿Por qué hay que pagar mientras se está ensayando? Como país es un desafío pendiente y que, con un público cada vez más empoderado y exigente, se hará imprescindible para continuar existiendo. Ojalá así sea.