Jonah Hill nació en una familia ligada al espectáculo y ha tenido una carrera muy notoria en el cine, como un prolífico actor apadrinado bajo el alero de eso que se ha llamado, con exceso, “la escuela Apatow”. Fue el coprotagonista de la provocativa
Superbad, de Greg Mottola, entró a las ligas mayores como actor de Martin Scorsese y ahora, a los 35 años, debuta en la dirección con este largo que parece inspirado en su propia niñez.
Stevie (Sunny Suljic) es un niño de 13 años que vive con su madre divorciada y con un hermano bastante mayor que solo se complace en golpearlo e infantilizarlo. Por todas las imágenes de la presentación de Stevie vuela la ausencia de la figura paterna o, cuando menos, de un interlocutor adulto que acompañe sus ensoñaciones. Con la normalidad que aparenta, la familia de Stevie es disfuncional en sus carencias. Son los años de las Tortugas Ninja, el juego
Street Fighter, Bill Clinton y la música de Pixies y The Pharcyde.
En la populosa avenida Motor de Los Angeles, Stevie observa un día a un grupo de
skaters que le simpatizan. Los cuatro muchachos orbitan en torno a una tienda de
skate y no tardan en aceptar al tímido Stevie como la mascota del grupo. Todos ellos vienen de familias radicalmente disfuncionales, pobres y hasta cierto punto marginadas. Son adolescentes a cuyos padres han dejado de importarles y que han aprendido en las calles todas las maneras de desafiar el orden adulto. Las plazas y las avenidas les pertenecen porque no pertenecen a nadie y hacen en ellas lo mismo que todos los
skaters: saltar en sus tablas, ensayar piruetas y filmarse con cámaras manuales. Pero lo que importa no es el instrumento, sino el modo en que los niños han creado sus propias reglas de pertenencia, fidelidad y cuidado recíproco.
En los 90 es una película sobre el aprendizaje y la maduración. Lo que retrata es una sociedad dura, con gente encapsulada y escasas promesas para sus niños. Hay en el trasfondo una idea amarga sobre Estados Unidos, muy similar a la que Harmony Korine (que tiene un pequeño papel) registra en sus películas, como
Spring Breakers o
Trash Humpers. En una versión más suave que Korine, Jonah Hill construye su relato de manera parecida: con pequeñas unidades de sucesos y espacios que se van acumulando para formar el pequeño fresco de un mundo también pequeño.
Cada quien crece cuando le toca. Pero desde que cada década parece invocar una película estandarte, se ha inventado cierta ansiedad por interpretar sus propios tiempos como algo distinto de los anteriores. En los 90 apunta a ser el estandarte de los suyos.
Dirección: Jonah Hill.
Con: Sunny Suljic, Katherine Waterston, Lucas Hedges, Na-Kel Smith, Olan Prenatt, Gio Galicia, Ryder McLaughlin, Alexa Demie.
85 minutos.