La realidad del momento es ambigua y, además, el Gobierno agrega contradicciones y vaguedades, como lo muestra la iniciativa de incorporar a las Fuerzas Armadas a la lucha contra el tráfico de drogas, asunto que había sido descartado por el Presidente en su cuenta anual. La falta de precisión de esta iniciativa se presta para amplias incertidumbres ya señaladas. Abarcar una materia tan relevante mediante un decreto en vez de ley —la vieja senda de la acción directa— es antirrepublicano. Y cuando cambie el gobierno será una norma más para eludir o no cumplir. Con este procedimiento se agrega un grano más al secular centralismo-presidencialismo-estatismo, las tres caras de la moneda que genera tanto malestar ciudadano.
También es sorprendente y contradictorio el proyecto de ley que cambia la composición del Consejo de Monumentos Nacionales. Por lo menos, esta materia será tratada en el Congreso. Es contradictorio, porque este gobierno, que se supone antiestatista, crea un nuevo Consejo absolutamente estatizado debido a la mayoría de consejeros nominados por el Presidente de la República a través de numerosos ministros. Esto significa reemplazar un organismo autónomo por otro entregado a los vaivenes y cuoteos políticos, y que terminará por carecer de toda definición en beneficio de intereses sectoriales o ideológicos, como es el desatinado caso de hacer héroes a los terroristas de Neltume.
Pretende, afortunadamente, corregir su incidencia en el derecho de propiedad por cuanto, a través de las declaratorias de Monumento Nacional y otras afines, se ha producido una confiscación de los bienes comprometidos, lo que ha arruinado muchos de ellos. Pero, como proyecto, incurre en el viejo vicio de legislar enredado, lo que genera un laberinto para la ciudadanía: noventa y tres páginas y cerca de cien artículos. ¿Los habrá leído el Presidente? No es tema macroeconómico, aunque incluye ocho páginas de informe del Ministerio de Hacienda.
Entre tanto, la delincuencia, las irregularidades en servicios públicos —Osorno y eléctricas—, la mala atención en los hospitales y tantos otros temas siguen desesperando a la población. El conjunto genera malestar y confusión que aprovecha la oposición, carente de ideas y caminos viables para enfrentar la turbiedad en que nos encontramos. En una de estas, el azar la favorece en la próxima elección. Ambigüedad, confusión, contradicción y laberinto configuran nuestra realidad y entorpecen la marcha del país.