La revista “Estadio” 1.360 cubrió un partido que se jugó el domingo 20 de julio de 1969, a la misma hora en que el Apolo 11 aterrizó en la Luna.
El acontecimiento se produjo en el primer tiempo y fue a las 16:18 de un día frío, nublado y feo como pocos; horas después, ya por la noche, Neil Armstrong abrió la escotilla, descendió y pisó la superficie lunar.
Pero a la hora del alunizaje, en las graderías del Estadio Nacional, eran 7.069 personas y la recaudación en moneda de la época fue de 31.063 escudos.
Bajo la marquesina y sobre asientos azules de madera, se pasaba el hielo, el partido aburrido y la tarde solitaria.
La selección de Chile, con dos goles de Leonardo Véliz y otros tantos de Roberto Hodge, Rubén Marcos y Adolfo Olivares, derrotó por 5 a 0 al Combinado Porteño, un equipo ocasional que era mitad Wanderers y mitad Everton.
El marcador pudo ser mayor, porque “Chamaco” Valdés desvió un penal, pero también distinto: el wanderino Mario Griguol lanzó otro, Adolfo Nef miró, pegó en el palo.
Para viajar de Viña a Santiago estaba Andes Mar Bus, color café con leche y grandes cromados metálicos, o bien en un tren hacia la Estación Mapocho que no era rápido ni una centella, sino lento, pero al menos existía.
El Apolo 11 llegó a destino en el primer tiempo y cuando iban 3 por 0, a las 16:18, ya está dicho, aterrizó el ingenio lunar, algunos se pusieron de pie y los espectadores aplaudimos, pero lo de la Luna no fue más que un instante y la atención de los siete mil volvió a un partido que no fue un gran paso para la Humanidad ni el fútbol.
La selección le dio tiro, cancha y lado a un rival entrenado por José María Lourido por Everton y Donato Hernández por Wanderers, dos argentinos que hablaban hasta por los codos. A lo mejor la mitad de sus dichos eran mentira, pero ese detalle a nadie le importaba, porque el fútbol y sus cuentos son mitad verdad y mitad mentira.
En la selección la dupla de centrales era de Alberto Quintano y Gustavo Laube, denominado “Guatón”, y no obstante eso, fue pareja de la española Victoria Abril y eso, sin duda, no lo cuenta nadie.
El título de la crónica en “Estadio” fue “Pensando en la Luna”, y daba cuenta del guante blanco y la feble resistencia del Combinado Porteño, donde el gol mejor logrado lo convirtió Roberto Hodge, que era la portada de ese número, precisamente.
En la contratapa la oncena de un equipo desaparecido: Green Cross de Temuco, donde el 11 era Roberto Rojas, hermano menor de Eladio, y el portero Francisco “Pancho” Fernández, que retirado tuvo un restaurante en Santiago y el hombre era famoso por su simpatía.
Todo lo anterior sucedió hace 50 años y la gente y los partidos de ese entonces se acabaron o van hacia los descuentos. No pasa nada, no hay pena, el fútbol es así.
Algún día solo quedará la Luna, que juega sola.