Cinco mujeres y un hombre ha reunido Galería Isabel Aninat, alrededor de la variada imaginería botánica. Muy distintos entre sí, sus logros son también diferentes. De partida, Constanza Obach resulta más bien una ilustradora. Dentro del Gabinete —la vitrina alargada—, donde el montaje coloca en su extremo occidental, emerge el aporte más personal: un par de láminas que muestran una especie de apretadas piñas en grises —una añade castaño rojizo—. Además hallamos ahí anotaciones, instrumental y objetos. Rolando Cisternas, por su parte, expone, sin coloración, un políptico de amplias dimensiones. En este soporte de papel, el carboncillo dibuja una unitaria suma de geología y especies vegetales. Y esa más o menos incipiente vegetación natural se contrapone a la dureza de piedras pulidas, que tienden a recordar ciertas visiones pétreas de Mario Carreño. Al mismo tiempo se introducen ráfagas surrealistas, a través de la masa geológica que eclosiona atisbos de una figura humana y de construcciones totémicas.
Al contrario del artista anterior, Jacinta Besa ofrece una temática heterogénea. Así, mediante un políptico de seis partes, introduce fotografía sobre acrílico, novedosa plastilina —“plasticina”— en función figurativa, mientras el único objeto concurrente nos parece fuera de lugar. Con la substancia moldeable define realistas aves, insectos, sistema óseo y diversas etapas botánicas. Con estas últimas figuras alcanza, acaso, su verba más atractiva. Respecto a los dos trabajos de Constanza Ragal, el volumétrico se impone con claridad sobre el óleo, pintado con cierta tosquedad formal. Es que, asimismo, la escultura aporta una imagen interesante: su reproducción del cerebro y sus lóbulos respectivos en dorado y blanco brillantes yacen en medio del más apropiado campo viviente de follaje verde.
Pedazos de monocroma loza decorada y resto de uno de nuestros habituales terremotos sirven a María Ossandón para completar
collages de dimensiones menores y encanto de miniaturas. Por otro lado, en estas cinco láminas, el empleo del material capital nos trae el recuerdo de cierta clase de realizaciones de Isabel Gulisasti. Hemos dejado para el final el comentario acerca de la autora no solo más talentosa del grupo, sino de todos los nombre menos conocidos exhibidos a lo largo del presente año. Nos referimos a Soledad Urzúa y sus siete
collages con papeles orgánicos y pigmentos en gran formato. Interpretan plantas florecidas, brotando y hasta en el estado de células. Su libertad formal sabe abstraer imágenes genuinas y llenas de expresividad, a partir de lo reconocible. La plena abstracción, entretanto, se despliega plena de expresividad sobre los fondos. Debemos reconocer, al contrario, que el interés decae en los óleos de menor tamaño, pues carecen de la tensión plástica de los cuadros mayores.
Tres autoras exhiben en el Museo de Artes Visuales. Dos de ellas, Laura Galaz y María Edwards, tienden a parecerse en lo que se refiera a dominio constructivo y al importante trasfondo geométrico. Pero en nada más, ya que la segunda nos introduce con imaginativa calidez en una especie de complejo gabinete de elaboraciones colgantes o dispuestas como muestrario, constituidas por objetos desechados, pedazos de mobiliario, usados pizarrones cubiertos por fórmulas enigmáticas.
En el caso de Galaz, después de conocer su trabajo premiado aquí mismo en un anterior concurso de Arte Joven, no esperábamos un conjunto tan convincente de pequeñas, de abstractas y bien armadas construcciones murales, capaces de crear desarrollos espaciales cercanos a la arquitectura. Estas más bien pequeñas obras sobrepasan en méritos al trío de tiendas de campaña acompañantes. Julia San Martín, entretanto, ostenta un neoexpresionismo de monigotes que pueden alcanzar la individualidad propia gracias a la dualidad burla y ternura: las figuras caricaturescas y con la boca abierta. Alcanzan buenos momentos en las telas amplias en negro, rosado y blanco; en la sin color; sobre todo en la que aparece como director del coro un siniestro perro negro. Asimismo acierta a través del tríptico con figura femenina en mayores dimensiones.
Al mismo tiempo, integran ahora el MAVI las obras ganadoras del primer premio, en los trece certámenes anteriores del certamen Arte Joven. La confrontación entre ellas y el paso del tiempo permiten apreciar cuáles constituyen los valores verdaderamente sólidos. Anotémoslos: M. Pilar Elgueta, Rodrigo Bruna, María Edwards, Nicolás Miranda, Voluspa Jarpa, cuya realización está hoy en restauración.
Botánica, exploración de campo
Una interpretación a seis manos del mundo vegetal
Lugar: Galería Isabel Aninat
Fecha: hasta el 10 de agosto
Julia San Martín: “Diálogos”
Laura Galaz: “La conquista”
María Edwards: “Construcciones imposibles”
Tres artistas y sus respectivos fundamentos: ya geométricos, ya neoexpresionistas
Lugar: MAVI
Fecha: hasta el 25 de agosto