La palabra felicidad ya da miedo. Es una meta, un camino. Porque es tan grande y abarca aspectos de la vida que ya casi no la usamos porque se ha convertido en una meta. En una guía, no en una realidad. Podemos decir: “Qué feliz estoy”, pero aludimos al presente.
Hay un libro que se ha atrevido a descifrar y estudiar la felicidad. Lo escribió un psiquiatra que profundiza, no un experto en consejos facilitadores. Se llama Ricardo Capponi y tuvo la valentía de adentrarse en este tema.
Básicamente lo que él hace es distinguir felicidad de alegría. Nos enseña que este estado mental proviene de la elaboración de siete emociones básicas: angustia, tristeza, rabia, aburrimiento, asco, culpa y alegría. Estamos, por lo tanto, frente a un sentir complejo.
No se obtiene la felicidad por el puro deseo de vivirla. Se construye.
La felicidad es un derivado del placer. En particular de la capacidad de enfrentar con éxito los desafíos. Y de contar con otros para hacerlo.
Capponi dice que la experiencia es una relación con el mundo externo en que cada uno percibe la realidad a su modo y la captura con más o menos pasión y concentración. Es un riesgo, porque somos nosotros quienes la buscamos y atrapamos. Así vamos construyendo un mapa mental del mundo que será fundamental al momento de elegir experiencias para vivir o rechazar. La voluntad no basta. Es la elección de lo que vivimos y guardamos en el corazón y la memoria lo importa.
Por ejemplo, el esfuerzo, que podríamos definir como un sacrificio, no tiene por qué serlo. El camino a encontrar algo que queremos puede ser tan compensatorio como el resultado. Si lo hacemos en conjunto o lo compartimos, mejor aún. “La felicidad solo se accede desde y con otro”, dice el autor.
El otro, la hazaña de buscar y encontrar juntos, es importante para la felicidad. Porque disminuye el miedo y la desconfianza a los demás.
Importante aporte en una época en que es el logro personal el que nos define. “Yo me la pude” es como la máxima del esfuerzo y del poder y se supone que de la satisfacción (y la felicidad). El autor pone en duda ese concepto. “Desde nuestra perspectiva, en cambio, a la felicidad solo se accede desde y con otro”.
Yo no comento libros. No soy escritora ni critica. Mi única tarea es regalar a mis lectores caminos para aumentar la satisfacción de la vida y disminuir el dolor; el propio y el de los que nos rodean.