¿Qué hubiera pasado si existían las redes sociales en 1987, cuando Chile disputó la final de la Copa América? En el Monumental de River Plate, la selección perdió 1-0 y Roberto Rojas no respondió en el gol de Pablo Bengochea, al dar un rebote en el remate de José Perdomo. El Cóndor tuvo una actuación brillante a lo largo del torneo en Córdoba, pero encontró un despiste en una jornada amarga.
Si a eso sumamos que antes del partido dio una entrevista a TVN, lo más probable es que los holgazanes y trogloditas del teclado decapitaban al portero.
El recuerdo viene a colación a partir del linchamiento que sufrió Gabriel Arias por su responsabilidad en el segundo gol de Perú. El arquero de Racing Club de Avellaneda sufrió la ira de la República Independiente de “Flaitonlandia”, poseedora de la razón pura, dispuesta para acribillar a un jugador de fútbol que tuvo la mala ocurrencia de salir sin tiempo ni distancia en una pelota rápida del rival, mientras sus compañeros dormían.
Los críticos no consideraron su sólida actuación ante Uruguay, con un muy buen achique a Luis Suárez, tampoco sus anticipaciones ante los ligeros atacantes japoneses. Menos la seguridad y sobriedad que ofreció frente a Colombia. Solo se enfocaron en el penal ante Ecuador, donde también es responsable la tardía reacción de Gary Medel, y el balón largo que significó la mala aplicación del VAR, que determinó una tarjeta amarilla que no correspondía, porque no hubo falta. En esa acción, también se evidenció la carencia de sincronización del fondo, pero Arias tenía el número premiado.
El meta y figura del actual campeón del fútbol argentino (algo que no se considera, como si fuera un aparecido y la Superliga un campeonato de tercer orden) paga los platos rotos porque Claudio Bravo no está citado. La hija del capitán en la Copa América 2015 y en la Bicentenario 2016, con criterio y grandeza, estableció el mínimo de sentido común. Su padre también se comió goles, como le pasó a Rojas, a Mario Osbén, a Oscar Wirth, al “Polo” Vallejos, a Juan Olivares, al “Gringo” Nef, a Misael Escuti a Sergio Livingstone y me imagino que al “Maestro” Guerrero. Forma parte de las reglas del juego, en un puesto ingrato, pero atrapante para los que nos gusta el fútbol siempre y no como evento social.
No eludamos el meollo de la derrota en Porto Alegre. Chile jugó mal. Ricardo Gareca liberó a Gary Medel y Guillermo Maripán (lo obligaron a moverse siempre hacia su perfil izquierdo), maniató a los volantes, que recibieron de espalda y evitó el descuelgue de Mauricio Isla y Jean Beausejour. Los atacantes quedaron aislados, Arturo Vidal no gravitó y Alexis Sánchez se obnubiló.
Con una banca corta de tres cuartos de cancha en adelante, quizás sintiendo el pleito con Colombia (esa noche varios titulares dispusieron de una semana de descanso), Reinaldo Rueda quedó atrapado en el problema mayor de este equipo: su endémica falta de gol desde marzo de 2017.
Hoy buscará el tercer lugar de esta Copa América ante Argentina. Motivo suficiente para extremar esfuerzos, sin olvidar que este plantel vino a Brasil sin crédito y con los peores augurios. Un detalle ineludible en el balance definitivo.