El cuarto estreno de Teatro de Ocasión, “Lucila, luces de Gabriela”, despierta
a priori no pocas expectativas. En sus ocho años de actividad, el aporte de este colectivo al desarrollo en nuestro medio de la singular área del teatro para la primera infancia ha sido considerable; de repercusión internacional también por sus giras a una docena de países de tres continentes.
Aquí busca abrirse a otros públicos —no ya menores de seis años, sino sobre cuatro, según se sugiere— abordando un tema ambicioso más allá de la pura estimulación sensorial. Bajo el liderazgo además de Tita Iacobelli en su primer montaje tras su magnífico logro como realizadora con “Chaika” el año pasado (si bien ella dirigió en 2016 el anterior título del grupo, “Tum”).
Con el ángel irresistible que se les conoce, María Fernanda Carrasco y César Espinoza —no figura el tercer integrante del elenco original— animan una suerte de lúdico caleidoscopio escénico que despliega un desfile de juegos físicos, objetos, música y canciones en vivo, que quiere ofrecer una incentivadora aproximación, tan sensible como somera, a la luminosa figura, vida y obra de Gabriela Mistral. Mucho sin duda para solo 35 minutos de duración, por lo demás un propósito destinado a infantes que de seguro nunca leyeron sus versos, ni siquiera recuerdan el nombre de nuestra poeta Premio Nobel.
Como se puede esperar de Teatro de Ocasión, el pequeño espectáculo fluye ágil y lleno de encanto, cambiante en su bonito desfile de imágenes, formas, colores, sonidos y melodías. Pero en la dramaturgia, la verdad, de Mistral hay bien poco. Apenas alusiones a que de escolar fue una niña ‘rara', que Chile le quedó chico y viajó mucho (los parlamentos en italiano y portugués no ayudan a la comprensión), y que dejó un enorme legado a la humanidad, no se dice cual. Todos signos y datos vagos. La idea teatral eje, una caja china —una grande que contiene otra que contiene otra, y así— para ilustrar que su talento reserva a quien quiera ahondar en él infinitas sorpresas, puede referirse a numerosos artistas.
Es posible que el resultado entretenga a los más pequeños sin que les importe por qué la obra se llama “Lucila...”; en tanto, los mayores, que esperan contenidos más conceptuales, probablemente se queden fuera de su rango de irradiación expresiva. Otra valla es que por primera vez este grupo actúa en un escenario elevado, lo que hace que su entrega pierda cercanía.
Centro GAM. Sábado y domingo, a las 17:00 horas. Hasta el 14 de julio.