Chile esta otra vez en semifinales de la Copa América. A los largo de los 90 minutos fue superior a Colombia, con dos goles bien anulados, con un atraso impresentable en este nivel, pero ante todo con el respeto inalterable por la pelota.
Sí, esta selección lo puede pasar mal en algunos pasajes, pero en su ideario prevalece jugar bien al fútbol. El dolor por la eliminación de Rusia 2018 aún permanece, porque sabemos lo que responde este grupo en las grandes instancias.
El fútbol da revanchas, dice el lugar común, y en Brasil la escuadra de Reinaldo Rueda se reencontró con ese abolengo que construyó a lo largo de una década. El colombiano ordenó el equipo desde el fondo, apostó por dos jugadores que no formaban parte del conocimiento del hincha y tampoco respondían al gusto periodístico. Guillermo Maripán y Erick Pulgar no le fallaron a Rueda y tomaron la titularidad. El zaguero hizo un partido consagratorio, anuló a Radamel Falcao y después a Duván Zapata. El volante antofagastino anticipó, manejó la salida, ordenó la presión, se ubicó entre los centrales para dar el primer pase y en la definición por penales demostró por qué es figura en el Bologna.
Chile sintió el cuarto de hora inicial, pero después se acomodó con Charles Aránguiz pasando a la zona de ataque. El primer tanto anulado, al mediocampista del Bayer Leverkusen, lo sintió el equipo. Sin embargo, en los 15 minutos finales hubo espacio para el optimismo.
En el complemento, la Roja no salía. Bien la intensidad de Colombia en el terreno nacional, que obligó a salir con pelotas largas. Clave el ingreso de Esteban Pavez para sumarse a Pulgar, abrir a Aránguiz y Vidal, sacándolos de la zona de la refriega por estar ambos con tarjeta amarilla.
Notable que el equipo soportara la frustración de los dos goles anulados. Maduros, conscientes de sus fortalezas y limitaciones. Colombia casi no pateó al arco y eso es un mérito, con un arquero sobrio y eficiente como Gabriel Arias.
Chile está entre los cuatro primeros, no quiere entregar la corona. Desde el punto penal, otra vez se abraza la gloria. Ahora a Porto Alegre, con un rival indefinido. El panorama cambia después de las dudas previas. El fútbol siempre nos dice que la mesura es la mejor consejera.