Al director de esta serie nacional, Guillermo Salinas Flores, se le adivina la admiración por la obra de Óscar Castro. Llevó a la pantalla chica su novela, “La vida simplemente” de modo casi literal. En esta producción, que La Red estrenó el domingo pasado en horario
prime, el realizador muestra los paisajes y la pobreza rural chilena de la primera mitad del siglo pasado del mismo modo que los retrata la pieza literaria. Y en muchos momentos son sus propios textos los que están en labios de los actores y en los subtítulos con que se exhibe.
Ganadora de un fondo del CNTV, la producción tiene una muy lograda ambientación, una bella fotografía y, aunque en su elenco hay pocas figuras conocidas, las actuaciones son parejamente buenas, incluidas las de los niños. Hijo de una madre sola y en la miseria, el protagonista es Roberto, de 10 años (Martín Zelada), quien se gana unos pesos haciendo los mandados en un prostíbulo de mala muerte. “Tuve fama de bebedor y de diestro en el vocabulario arrabalero, en el tiempo en que otros niños aprenden los primeros palotes”, dice él en la novela. “Mi mundo era la calle, era la vía férrea, era el salón donde bailaba desnuda la Ñata Dorila”, dice el personaje en la serie, donde expone los textos de Castro con una voz en
off de narrador, siendo ya un adulto.
El problema es que “La vida simplemente”, en esta versión televisiva, tiene un ritmo lento y cansino, con largos silencios. Hace recordar otras series, de muy buena factura y sólida puesta en escena, pero que no eran fáciles de seguir por lo lento de su tempo, como “Ramona” o “Casa de Angelis”. Podrá decirse que es la opción del realizador, pero también que el guion no está del todo logrado. Al menos en su versión original, la novela de Castro tiene un ritmo más vibrante y aún hoy se deja leer con pasión e interés.
También hay un detalle que es imposible dejar pasar. En los subtítulos del segundo episodio —cada domingo se emiten dos— se colaron un ‘bagones' y un ‘ancias', dos faltas de ortografía imperdonables, más aún cuando se está trabajando con un material que es valioso patrimonio de la literatura chilena.
La buena noticia es que los próximos episodios prometen ser más dinámicos y con otros giros en la historia. El niño Roberto entrará en contacto con su tío Antonio (Daniel Muñoz) lo que le abrirá nuevas oportunidades.
La serie consta de 10 episodios y en la exhibición de los primeros dos, el domingo pasado, promedió 2,0 puntos de
rating, según cifras de La Red.