Fue hija de su tiempo. Y ese tiempo discurrió entre la década de 1920, cuando comenzó a publicar libros y artículos de prensa, hasta la de 1960, cuando recuperó la vista, recibió el Premio Nacional de Literatura y murió. Parece un final de teleserie sufrida, y algo de eso hay. Siempre tuvo problemas con su vista —de ahí que aparece, en la mayor parte de las fotos que se conservan, con anteojos oscuros—, pero en los cincuenta quedó completamente ciega; en 1952, el gobierno de Ibáñez la dejó cesante y las apreturas económicas volvieron a sitiarla. 1961 —cuando tenía 64 años— fue el año más feliz de su vida, porque recuperó la vista (“ando borracha de vista, borracha de luz, borracha de color”) y recibió el mayor premio de nuestras letras. Brunet es parte indiscutida del canon de la narrativa chilena. Aunque desapareció del radar por algunas décadas, su obra narrativa ha sido felizmente recuperada y también circula su libro de recetas de cocina. A ello se suma esta estupenda selección de su trabajo como periodista; ella incursionó en una gran variedad de géneros, que van desde la columna de opinión, la crítica de cine, la entrevista, el reportaje y la crónica. Y aquí es oportuno volver al inicio. Mujer en un paisaje ampliamente masculino, Brunet mostró una especial habilidad para navegar sobre aguas poco propicias.
Si en una columna —ella, que no tuvo hijos y que dejó su legado a la Universidad de Chile— sostiene que “la mujer debe aprender ese oficio maravilloso y adorable, que es de MADRE”, en otro texto reivindica “el derecho a la soledad”, a salir sin ser vigilada, a tener un tiempo propio durante el que “lee, escribe, estudia, medita, holgazanea”. Levanta la bandera de la amabilidad con las mujeres, pero siempre hay algo que corre por debajo: no se trata solo de la buena educación, sino de un cambio de fondo que queda implícito. Lo mismo ocurre con la pobreza, especialmente cuando afecta a las mujeres. Todo ello deja ver, además, cómo era el país durante la antigua república, y cuánto ha cambiado para que otros discursos —más activos y enérgicos— sean posibles. Pero lo que más seduce de este libro es la manera en que está escrito. Brunet no pierde jamás la brújula: es escritora, y talentosísima, y ello se advierte en todos los artículos. Aunque se trate de una descripción como la bajada de los cerros al puerto y al mar, la lectura de cómo lo dice ella es una experiencia memorable.
Marta Brunet
Edición de Karim Gálvez. La Pollera Ediciones, Santiago, 2019. 212 páginas.