La International Board, organismo encargado de velar por la santidad del Reglamento del Fútbol ideado por los ingleses, dio su visto bueno para modificar siete puntos del cuerpo legal.
Todos con diversos objetivos.
Por ejemplo, la modificación para que los cambios no se realicen exclusivamente por el centro del campo tienen la meta clara que el juego no sufra detenciones absurdas por algo tan alejado de la acción del partido como es sustituir a un futbolista por otro.
La prohibición de la contrabarrera, en tanto, tiende a atacar una estrategia de juego que fue perdiendo su sentido inicial. Al principio, colocar hombres del equipo ejecutor tendía a contrarrestar la ventaja que tenía el cuadro sancionado al colocar una muralla que parecía impenetrable. Pero, con el tiempo, la suma de futbolistas ejecutores fue tanta que terminó por darle al equipo que lanzaba el tiro libre una ventaja casi absoluta puesto que impedía, en gran medida, la observación del portero y, por ende, su reacción. No era una lucha justa. De ahí el cambio.
Por último, el que el rebote de la pelota en el árbitro obligue ahora a la detención del juego sentencia la muerte de un concepto mal utilizado: “El árbitro es cancha”, se decía, lo que era impropio porque el juez, en verdad, era “aire” (si éste estaba fuera de la cancha, ¿se suponía acaso que su cuerpo agigantaba artificialmente las medidas del campo? Obvio que no…)
Pero hay que señalar que solo una de las modificaciones aprobadas en esta pasada por la International Board puede directamente provocar cambios en un aspecto táctico del juego: aquella que indica que ya no es necesario que quien ejecute un saque de meta tenga que sacar el balón del área grande. Es decir, ahora se podrá iniciar una jugada dentro de la zona defensiva.
Interesante será ver cómo los equipos toman en su favor esta modificación desde el punto de vista táctico.
Aquellos que utilizan el juego de posición, seguramente, aprovecharán ahora no solo de agilizar sino que incluso de asegurar la salida. El primer receptor del saque de meta realizado no deberá girar o abrirse en demasía. Podrá tener el balón de frente y apoyarse rápidamente el siguiente receptor dando así más opciones limpias en la construcción de la salida.
Pero también puede que esta modificación incentive otro aspecto relevante en el fútbol moderno: la presión alta.
Los jugadores del equipo rival al que realiza el saque de meta solo tienen ahora el límite de permanecer fuera del área en cuanto no se haya producido el saque. Al ser éste ejecutado, tienen la libertad para ir a presionar al receptor del saque con posibilidades ciertas de convertir un gol.
Puede que en un primer momento, al menos, muchos entrenadores ordenen a sus delanteros ejercer esa presión y no los obliguen, como ahora, a retrasarse para impedir la salida del rival.
Quizás así habrá mayor riesgo y paralelamente mayor emoción.
No sería raro.
No por nada la International Board se demora en hacer sus modificaciones. Las piensa.