Según el entrenador Reinaldo Rueda, el jueves pasado en La Serena, la selección de Chile no se batió con un rival cualquiera ni del montón, en absoluto, lo que hizo fue enfrentar, y esto entre comillas: “A un gran rival”.
El colombiano se refiere a la selección de Haití, a la que definió como difícil, dinámica y destacó su biotipo, muy distinto al chileno.
Los biotipos son tres y sintéticamente.
El ectomorfo es flaco, poca fuerza y poca grasa.
El mesomorfo es musculoso, mucha fuerza y poca grasa.
El endomorfo es de brazos y piernas cortas, y como que llama a la grasa.
Los haitianos, por tanto, serían un biotipo que mezcla lo ectomorfo con lo mesomorfo.
Los chilenos, en cambio, lo mesomorfo, pero con tendencia al endomorfo.
Según el ranking de la FIFA, el de comienzos de abril, Haití se ubicaba debajo de Vietnam y Palestina y sobre India y las Islas Feroe. En el puesto 100 y seguramente oscila entre el 98 y el 102. Ese biotipo.
Chile, en esta misma vara, que por cierto no es mágica, anda entre el 14 y el 16.
En la Copa Centenario, el 2016, la selección obtuvo el trofeo en Estados Unidos.
Haití participó con tres encuentros que terminaron con una hilera de derrotas: 1 a 0 con Perú, 7 a 1 con Brasil y 4 a 0 con Ecuador.
Haití fue convocado a jugar con Chile no porque fuera un gran rival, sino por lo contrario: porque era un rival débil y estaba a la mano, para lograr un triunfo seguro y certero. Esto nunca se puede asegurar, por supuesto, y para eso el Jamaica 2-Chile 1, en Sausalito, previo a la Copa Centenario, precisamente.
A veces las cosas se tuercen y no se dan, porque el fútbol se resiste y es travieso, pero la intención del 2016 y la del pasado jueves fue exactamente la misma, la de brindarle al equipo nacional una presa fácil sin capacidad de resistencia y una selección que diera poca pelea.
¿Y por qué todo eso?
Para que los seleccionados se fueran contentos —si ganaban, y más si goleaban— y la afición quedara feliz y por eso había que llenar el estadio de La Portada y hasta regalar entradas.
Una estrategia nada refinada ni elegante y más bien tosca y rudimentaria, con el afán de crear una realidad ficticia para la terapia deportiva de los seleccionados y los hinchas.
Todo lo anterior se tolera dentro del espectáculo del fútbol y esa mezcla eterna de pan y coliseo.
La afirmación del técnico Reinaldo Rueda frente al triunfo de 2 a 1, por tanto, se explica en el contexto de engalanar la fiesta, empujar el espectáculo y porque el show debe continuar. Y por eso las palabras como guirnaldas, truco y fuegos de artificio.
El colombiano, en realidad, no cree que Haití sea un gran rival.
Podemos estar tranquilos.