En este libro, Yuri Herrera, uno de los autores más talentosos de la reciente narrativa mexicana, da un giro notorio en su manera de entender la creación verbal. En sus anteriores novelas —
Trabajos del reino, Señales que precederán el fin del mundo y La transmigración de los cuerpos— destaca el flujo de un lenguaje vivísimo, que se alimenta del habla popular y la transfigura en un estilo singularmente expresivo, que crea un léxico destinado a potenciar la cadencia de las frases. En la presente obra, sin embargo, Herrera reconstruye un hecho tal como es posible pesquisarlo a través de la prensa, historias transmitidas de generación en generación, fotografías e informes judiciales y administrativos. Y resuenan entonces no sus inflexiones y giros, sino el eco que pudo hallar en esos materiales. En torno al incendio de la mina El Bordo, que se desató en la madrugada del 10 de marzo de 1920, hubo silencio; es decir, un ocultamiento que la novela pesquisa. Luego de que se desatara el fuego, los administradores de la mina, al cabo de pocas horas, decidieron cerrarla, porque abajo no debían quedar más de diez mineros que, con seguridad, debían estar muertos por las emanaciones de gas.
Pero abajo había mucha gente. Cuando seis días después se abrieron los tiros, encontraron 87 cadáveres y siete sobrevivientes. Lo que vino después, que Herrera lo reconstruye con cuidado y precisión, es la historia de un encubrimiento. No se juzgó la decisión de cerrar los tiros y en cambio se apeló al saber de los expertos —el administrador de la mina, el gerente general— como fundamento de las decisiones del poder político y del poder judicial. Así se abonó el terreno para que el perito encargado de llevar adelante la investigación sobre el incendio cumpliera con el encargo: “Miró algunas cosas, dejó de mirar otras y exculpó sin reservas a los dueños y administradores de la mina”. A ello se suma la humillación a las víctimas —enterradas en una fosa común para evitar riesgos para la salud pública— y a las mujeres que sufrieron la pérdida de hijos y parejas, sometidas a vergonzantes interrogatorios para acceder a una indemnización. Herrera, en algunos pasajes, deja fluir su voz y vincula esos hechos con la historia de sus orígenes, estableciendo de esa forma un continuo entre ese incendio de hace casi un siglo y la porfiada evidencia de que hechos así siguen ocurriendo.
Yuri Herrera
Periférica, Cáceres, 2018.
116 páginas.