Las redes sociales tienen aspectos positivos junto a otros negativos. Personalmente pertenezco a dos grupos de Whatsapp futboleros a los que fui invitado en los últimos años. Son grupos en los que se manejan principalmente estadísticas y, con menos frecuencia, temas de desarrollo histórico. Escribo muy poco, pero leo harto. Hay gente que sabe mucho y siempre aparece algo para aprender.
Por cierto, hay de todo. Por de pronto, existe un lote, también futbolero, que es encabezado por un sujeto semi analfabeto, que alardea de tener gran cantidad de información histórica. Hay quienes sugieren que esos datos los ha obtenido de robar trozos de antiguos periódicos hasta conseguir una enorme colección de recortes, de lo que incluso se jacta. Hay otros que creemos que eso es absolutamente cierto y que el tipo debería estar tras las rejas. En fin, el mundo de las redes sociales es muy amplio y tiene rincones y personajes muy oscuros. Denunciarlos con nombre y apellido es muy complejo.
Se trata, al menos en el caso del fútbol, de un hecho aislado. En la mayoría de los grupos la búsqueda de información es honesta, seria y meticulosa, en pos de la exactitud que permite que, sobre ella, se haga una construcción histórica certera y creíble. Aquí, por cierto, la Historia es obligatoria.
Obviamente, los desastres producidos por el depredador obstaculizan el trabajo investigativo de los serios, que se encuentran sin material. He tenido la suerte de que durante muchos años hubo personas que me regalaron colecciones de viejas revistas y libros. Se trató principalmente de viudas recientes que tenían la oportunidad de vaciar la casa de los cientos de ejemplares que sus esposos guardaron por años. Eran tiempos en que la investigación del fútbol la hacíamos muy pocos. Por eso me llovían esos regalos.
Hoy es distinto. No solo hay muchos profesionales en busca de datos, sino también muchos escribiendo y algunos haciendo las dos cosas. Hay aprecio y respeto por quienes hicieron la Historia y también por quienes la han consignado en libros de gran aceptación. Es un gran avance, pues siempre estuvimos muy lejos de países vecinos con una gran literatura deportiva y particularmente futbolística. Hoy, entiendo, marchamos a la par o muy cerca de ellos. Con una particularidad: escribimos mucho sobre un historial que tiene poco de triunfos. Los vecinos del Atlántico pueden llenar muchos tomos solo con sus victorias.
Hoy se pueden encontrar libros de todo tipo. Desarrollos históricos, hitos, momentos estelares, biografías (echo de menos el Código Camarín que hacía Pablo Flamm en el CDF). No solo libros están disponibles. También hay material en la pantalla chica, que no siempre es la “caja estúpida”, como los partidos del recuerdo que muestra el colega Carlos Gómez en el programa REC de Canal 13. Maravillas para ver (Me consta lo que cuesta encontrar cintas en los canales). Son documentos.
Creo que sé en lo que están mis amigos estadígrafos esperando la Copa América.
(¿Y lo que dijo Medel? Esperemos a lo que diga Bravo).