El conjunto andaba bien, según los que componíamos “Los Jets”, cuando todos andábamos por los 14 años. Teníamos piano, batería, guitarra, un coro de tres voces femeninas, un bajo espectacular y un cantautor (el suscrito). No sé si habríamos llegado a alguna parte, pero todo acabó cuando se enredaron el guitarrista y una de las niñas del coro. Un romance que terminó a guitarrazos, un bombo roto y otros resultados inolvidables.
Suele suceder en los grupos de todo tipo. Los temperamentos en conflicto pueden terminar con las bandas, con la armonía de la oficina y con los equipos de fútbol. En el caso de la selección chilena no hubo líos de faldas, aunque algunas féminas participaron inapropiadamente. Usted, seguramente, recuerda muy bien cómo fueron las cosas. Y este seleccionado, ganador de dos versiones de la Copa América, roto por dentro por desavenencias entre sus integrantes, se quedó en el camino de la Copa del Mundo de 2018.
El prestigiado entrenador colombiano Reinaldo Rueda asumió la dirección técnica de este dividido grupo para llevarlo al Mundial de Qatar, pasando por la defensa de su bicampeonato en la Copa América. Su primera labor, indispensable para recuperar el poderío perdido, sería recomponer las relaciones al interior del grupo. Conseguir una renovación del mismo grupo y recuperar su alto nivel competitivo. En enero de 2018 llegó al país para iniciar su labor. Transcurridos 17 meses de ese inicio, no ha conseguido la renovación, porque no surgen nuevos valores; no ha conseguido un nivel de juego llamativo en una larga serie de partidos amistosos y, según queda claro, no ha logrado superar el clima de tensión interno del plantel.
Tras su nómina inicial de 40 jugadores (que no se conoció), la entrega de la definitiva de 23 reabrió el clima de escepticismo, de sospechas y de división que se extiende peligrosamente en el tiempo.
En esta nómina no figuran Claudio Bravo ni Marcelo Díaz. El primero, figura histórica en el arco chileno (el de mejores resultados en los más de cien años de la selección), y el segundo, jugador de primera línea en el campeonato argentino. Ambos, resistidos por un grupo de compañeros, encabezados por Arturo Vidal y Gary Medel.
Reinaldo Rueda ha dicho que Bravo y Díaz “no han participado en el proceso” que él dirige. ¿Y cómo habrían de participar, si no los ha convocado? Ha dicho que Bravo, el capitán, sería humillado si se lo llamara como suplente, a pesar de la disposición del guardavallas para asistir como tercer arquero. Nos dice, también, que Bravo estuvo lesionado, aunque también lo estuvo Alexis Sánchez, que se recupera. Tampoco es argumento válido “el momento” que vive cada jugador, pues el citado Ángelo Sagal hoy está en la banca del Pachuca.
Muy pocos han evaluado positivamente las declaraciones de Rueda. Y menos sus decisiones. La selección es la misma olla de grillos de su eliminación para Rusia. Mala cosa.