Lo peor en derrotas como la sufrida por Universidad Católica es que sus secuelas suelen ser brutales en la evaluación de un entrenador.
La campaña en el frente interno amortigua cualquier remezón, pero el 5-0 en Quito, ante Independiente del Valle, establece un punto de inflexión. Mantener el tranco en los clásicos (ganó a ColoColo y la U) será clave, aunque conseguir el bicampeonato se instala como un objetivo indiscutible. El técnico Gustavo Quinteros, a partir de la debacle en el Atahualpa, menguó su colchón de tolerancia.
La campaña de visita en la Libertadores fue mala, pero el papelón ante Independiente del Valle cuestiona el ciclo entero, más aún cuando el mayor aval de Quinteros era su oficio internacional. Ante Libertad es posible argumentar que no conocía la respuesta de los futbolistas cruzados en el terreno internacional. Sin embargo, desde el mal partido ante Rosario Central en el Gigante de Arroyito, y la plácida eliminación en Porto Alegre frente a Gremio, se esperaba una expedición diferente.
En el papelón del jueves resulta determinante que el entrenador no calibró el potencial de sus jugadores y tampoco midió a los rivales. Un pecado mortal, porque él conoce de sobra a los futbolistas ecuatorianos y entiende sus potencialidades en la altura. Una cosa es el discurso y las intenciones, pero otra muy diferente es la realidad. Nadie se pone colorado por armar un cuadro con mayores resguardos en un partido internacional de visita, en el formato de eliminación directa.
A todas luces, ante adversarios veloces, potentes, era necesario achicar espacios a la hora de defender, auxiliar a los defensores, en especial a los laterales. Alguien dirá que no existe planificación que resista si a los 20 minutos recibiste cuatro goles y los rendimientos individuales son paupérrimos. Es cierto, pero no se puede obviar que tomar recaudos no es deshonra si la tarea es llegar con vida a la revancha en casa.
Más aún si en la banca estaban Ignacio Saavedra, una de las mayores apariciones del fútbol chileno en los últimos 12 meses, y Carlos Lobos. Desde el inicio a la UC le faltó un mediocampista para la batalla, sobre todo si consideramos que Edson Puch, César Pinares y Duvier Reascos participan poco en la recuperación y los dos marcadores de punta no resaltan por su fiereza y aplicación defensiva.
Más allá de lo que diga el reglamento, la UC está eliminada de la Copa Sudamericana y el retroceso desde el juego es innegable. En esta ocasión hubo mayor inversión, pero los dólares no garantizan resultados. A partir de ahora la evaluación de Quintero será diferente. Una paliza de esta dimensión suele sacar entrenadores. Jorge Pautasso, en Melgar, y Paulo Autuori, en Atlético Nacional, se fueron esta semana por goleadas letales. A Quinteros lo salvó el torneo nacional, justo a casi una semana de tratar de perdedor a su colega Gerardo Ameli, quien estaba con el sobre azul en la mano, en la trifulca que denunció “La Otra Cámara” del programa “Goles” del CDF en el duelo con Antofagasta.
En este juego, la pelota siempre puede venir envenenada.