A veces tengo claro de qué tiene que tratar esta columna, pero, al revés, estoy en la absoluta oscuridad acerca de cuál es el contenido concreto que tengo que darle. Es una situación de especial zozobra. Así, la educación ha sido un tema presente en el debate público en estos días y para mí lo está siempre, aunque por momentos quienes llevan ese debate se olviden de ella. Con todo, su presencia se ha manifestado con un sabor más bien amargo. El proceso que concluyó en el rechazo a la idea de legislar sobre un proyecto que modifica el sistema de admisión escolar, más allá del resultado específico, me dejó la sensación de que la situación política actual impide abordar los temas fundamentales que afectan a la educación pública chilena. La lucha política, una vez más, predomina sobre los intereses comunes. De otro lado, se dieron a conocer los resultados del Simce 2018 y, en resumen, el diagnóstico es estancamiento, falta de progresos relevantes, estancamiento que, cuando los niveles son mediocres o malos, sobre todo entre los más pobres, es una muy mala noticia.
Leo por otro lado que el gran músico Yo-Yo Ma, de visita por Chile, terminó su gira, precisamente, concurriendo a un colegio de la red SIP, donde mantuvo un sabroso diálogo con los alumnos. A la salida, en el patio y ya a punto de despedirse de Chile, lo esperaba otro grupo de alumnos más grande, a quienes tocó música. En agradecimiento, estos le regalaron un libro con textos escritos por ellos; el chelista lo abrió al azar y leyó en voz alta los versos de un poema titulado "Oda al árbol", que decían: "Con tus grandes brazos abrazas la naturaleza/ y das muchos muchos frutos". Enseguida les dijo: "Todos ustedes son también un montón de árboles". Esta visita, lo que ocurrió en ella y las palabras de Yo-Yo Ma me quedaron resonando -se trata de un músico- como una bella melodía, de esas que dan ganas de tararear. El músico, pensé, no se limitó a un símil que hiciera equivalente cada niño a un árbol, sino que, empleando una metáfora, señaló que cada uno era un "montón de árboles", es decir, que en ellos anida un enorme potencial de frutos, de fertilidad, de creación, de conocimiento, belleza y bondad. ¡Cuán necesario es que nuestros políticos y dirigentes los perciban con fuerza de este mismo modo!
Los árboles no están recibiendo el cuidado que necesitan y merecen. Los árboles no están dando los frutos que podrían dar y eso es una tragedia para ellos y para el país. La educación no puede transformarse en campo de batalla de una pugna político-ideológica.