Nobleza obliga. Muchas veces planteamos que a la hora de enfrentar la violencia en los estadios, carabineros formaba parte del problema y no de la solución. Una idea que reflotó esta semana cuando se programó, una vez más, el clásico entre Universidad de Chile y Colo Colo para el mediodía.
La primera mirada nos llevó a plantear que triunfaban los violentos, al poner de rodillas a la ciudad. Carabineros apareció de inmediato como el responsable de la determinación. En estos tiempos de imperio de las barras bravas, se estableció que para evitar mayores desmanes en la ciudad era preferible jugar a las 12. Así, las hordas que se desplazan desde todos los costados de Santiago interrumpan en menor medida el devenir de los ciudadanos.
En los primeros días de la semana trascendió que la U y Colo Colo serían programados para las 15:30. Un avance que alegró a los hinchas y al público futbolero. Al publicarse el horario de los cotejos, volvimos a la triste normalidad del último lustro: el partido va al mediodía, en un día hábil.
Pronto nos enteramos que Carabineros no tenía responsabilidad. Su propuesta fue jugar a las 15:30. Sus argumentos eran sólidos y con sentido común: mucha gente trabaja en la mañana del sábado, funcionan ferias libres, los colegios tienen actividades y era más eficiente, en la operación de un espectáculo de alta complejidad y convocatoria como el clásico, efectuar la evacuación del Estadio Nacional con menos focos de congestión.
Los argumentos los ofreció en una reunión donde estuvieron convocados los representantes del Plan Estadio Seguro, Canal del Fútbol, la ANFP y la Intendencia Metropolitana. A la cita, donde todos estuvieron de acuerdo, no llegó nadie del gobierno regional. Al día siguiente, sin importar la opinión de los especialistas e involucrados, la Intendencia estableció que el juego se iniciaría a las 12.
No tenemos claro si la medida corrió por cuenta de la intendenta Karla Rubilar o de sus asesores, esa raza formada por especialistas en “Todología” que suelen instalarse en la toma de decisiones de cargos clave de la república, libres del escrutinio de la sociedad. En rigor, decretan cualquier barbaridad y siempre les sale gratis. Entre las evidencias de la autoridad estuvo que se programaba en un horario que ya se tornó tradicional para los clásicos. Es decir, avalan la derrota del Estado en la lucha contra la violencia.
En el intertanto, la ANFP solicitó por la vía administrativa la ampliación del aforo en el Estadio Nacional para la despedida de la selección femenina frente a su similar de Colombia antes de viajar al Mundial. Por Twitter, sí, leyó bien, con total informalidad, Rubilar informó que se autorizaba la petición de Quilín, que tuvo respuesta a su oficio por redes sociales.
Es cierto que el fútbol proporciona una tentadora visibilidad a quienes circulan por su frontera. Sin embargo, por su exposición, la capacidad escrutadora de los medios es mayor que en otras áreas de interés público. Por eso, si la intendenta quiere ocupar el fútbol como catapulta de popularidad tendrá que afinar la puntería, porque en este rubro carecemos de tolerancia frente a la pirotécnica comunicacional.