Ubicado en Vitacura, más allá de Padre Hurtado, es un local pequeño, entre un supermercado y un solárium, que no contribuyen a darle mucho glamour que digamos. Sin embargo, Arpezur es recomendado calurosamente por los conocedores.
Y esa es ya una más que buena razón para decidirse a probar la mano de este francés, del sur de su país, que combina con maestría los ingredientes locales con la técnica y creatividad de su tierra. Definitivamente, el lugar no es el más apropiado para esta excelente propuesta. Aquí está lejos de los polos gastronómicos que atraen a los comensales más “entendidos”.
Lo mejor es ir en la noche, ya que la experiencia debe saborearse con calma. Con menú degustación, se puede optar por los tiempos y el maridaje, otro plus de la casa. Para comenzar, un minipuerro, con limoneta de vainilla y jamón bayonés. Una endivia braseada que acompaña a la merluza curada en especies y una sopa de zapallo
butternut, que tenía trocitos de castaña. Increíble de delicado y rico. Como entradas, un gazpacho granizado y un ravioli de langostas,
fondue de puerro, colinabo y
fumet de langosta… fuera de serie este último. Lleno de sabor.
De fondo, un pescado confitado en aceite de oliva, puré de habas y menta y
soufflé de arroz con algas, y un choux farcis de cordero lechón sobre un salteado de champiñón silvestre de Futrono. Una poesía, con todos los ingredientes resaltados y sin opacarse. Una verdadera creación. Luego venían los quesos y antepostres, de muy buena factura y con el toque dieciochero del pipeño… Para finalizar, un
parfait de chocolate blanco y textura de ruibarbo, y un
pain, salsa
toffee y sorbete de té.
Un menú extraordinario, sin duda, en el que se combinan la técnica, conocimiento y talento. Una cocina de mantel largo que merece un lugar más acorde a su refinamiento y más público que lo aplauda.
ARPEZURDirección:
Vitacura 9033.
Reservas: 229 932 710.
Precio por pareja: $85.000. Almuerzo de viernes a domingo y cenas de martes a sábado.