Este es un drama que cumple con el ideal aristotélico: total unidad de tiempo, espacio y acción. Muchas cosas ocurren en el espacio invisible que está afuera, pero tanto la forma en que las conocemos como lo que importa de ellas está adentro, en un solo espacio y prácticamente en un solo sujeto. Esta extrema economía de recursos ha sido elogiada en todo el mundo e hizo que fuera la selección de Dinamarca para el Oscar a la Mejor Película Extranjera en el año que ya estaba marcado para
Roma.
El espacio es la central de llamadas de la policía de Copenhague, que opera con el número 112. El sujeto es Asger Holm (Jakob Cedergren), un policía de calle, un hombre adicto a la acción en el terreno donde las cosas ocurren, que está suspendido de ese servicio y ha sido momentáneamente enviado a esta central. Mañana deberá declarar por algún problema del que se le acusa y, por si no bastara, su mujer acaba de dejarlo. Holm es un hombre bajo el asedio del estrés.
En línea con su vocación, Holm tiene el juicio rápido, es vehemente y cortante, y ejerce sus horas de “castigo” en el 112 con un cierto tedio, al que quiere combatir con opiniones severas y bastante desconsideradas. Hasta que atiende la llamada de una mujer, Iben, que denuncia que está secuestrada a bordo de una camioneta blanca enrumbada por una autopista de Copenhague.
Lo que sigue son los ansiosos esfuerzos de Holm por hacer frente a un delito que está en desarrollo. Solo dispone de las voces interrumpidas de sus protagonistas (una mujer, un hombre, una niña de 6 años) y de su experiencia como agente policial. Pero su mayor dotación intelectual es el conjunto de prejuicios, suposiciones y fantasmas con que carga cualquier persona que solo alcanza a ver la sombra de un hecho, sin contexto ni circunstancias, como los hombres encerrados en la caverna de Platón.
Esto es lo que el director debutante Gustav Möller explora con una cámara abrumadora, que rara vez se despega del primer plano de Holm, que lo persigue en su angustia y en sus excesos, en la profunda perturbación moral que la invisible Iben va metiendo en su vida con cada nueva frase que pronuncia. La culpa no trata del caso policial, sino del policía.
Lo que llama la atención es la minuciosidad visual y sonora con que Möller ha orquestado su película. No solo sigue los cambios de su protagonista con la cámara, sino que también los resignifica con el encuadre, la luz, incluso el color. El sonido reproduce ese aspecto inquietante de la voz en el teléfono, pero también recoge lo poco que puede transmitir de ambiente y localidad. Posiblemente, hay más detalles objetables en la trama que en todo el trabajo de la puesta en escena. Lo que este trabajo hace es capturar al espectador, meterlo en el problema, someterlo a todos sus dilemas morales y luego dejarlo con sus propias conclusiones. Es un triunfo del cine sobre la policía.
Den SkyldigeDirección: Gustav Möller.
Con: Jakob Cedergren, Jessica Dinnage, Omar Shargawi, Johan Olsen, Jakob Lohmann. 85 minutos.