Coproducción de la Fundación Teatro a Mil, “El amarillo sol de tus cabellos largos” es el sexto fruto de La Niña Horrible desde que ese colectivo debutó hace un lustro. Siempre con dirección de Javier Casanga y texto de Carla Zúñiga, la dramaturga más prolífica del último tiempo, el montaje —ahora en su tercer ciclo de presentaciones desde su estreno en noviembre último— apuesta de nuevo dentro del nicho que hizo propio, un tipo de teatro humorístico de fuerte componente grotesco y delirante, para abordar los prejuicios frente al veloz cambio hoy de los roles y la diversidad de género.
Definido como un trabajo de registro en parte expresionista, califica mejor como otro desinhibido disparate cómico de crítica antisistémica. Narra la historia del travesti Alma, a quien sus padres, a causa de su orientación y la vida que lleva, le arrebataron la guagua que tuvo gracias a una amiga que prestó su vientre. Más de un filme de Almodóvar resuena en esta trama que tiene un aspecto dramático, la desesperación del padre-madre, rol resuelto emotivamente por Ítalo Spotorno; y por otra parte, su entorno trazado en clave de caricatura burlesca, compuesto por sus amigas travestis y otros seres marginados (una carabinera, una inmigrante haitiana, la abuela).
Lo primero que salta a la vista es que le sobran muchos de los 110 minutos que dura. El público, mayormente juvenil, celebra los giros absurdos del relato y la ácida mordacidad de sus diálogos. Pero para la liviana sustancia que despliega este divertimento, varios de sus personajes y escenas podrían excluirse, favoreciendo la impresión global del conjunto. Según lo que se nos informa de Alma, sus rasgos más que de travesti, son de transgénero, una categoría bien diferente; y por toda la adhesión que ella pueda despertar, sus compinches —que se solazan insultándose como si se odiaran a sí mismas— son retratadas de modo tan brutal que resultan odiosas. Mientras los fans del grupo ríen, uno se pregunta si esa es la forma adecuada de promover la inclusión y el respeto por la diversidad. Tiene mucha más gracia la abogada que habla como iletrada.
Una observación más general tras haber apreciado todos los frutos de La Niña Horrible (menos uno), cuando uno va a ver a ese grupo puede adivinar lo que hallará. Sus propuestas tienden a lucir similares unas con otras, como si fuera una fórmula ya un poco gastada. Al igual que en ocasiones anteriores, aquí hay un título largo y llamativo que suena bien, pero que no aporta como clave de percepción; un texto provocativo y cruelmente jocoso; personajes esperpénticos que acceden a escena por lugares impensables; canciones algo forzadas; una estética kitsch de cuidada producción; y elenco numeroso (11 ejecutantes), con lo que se ha vuelto su marca de fábrica: las actuaciones travestidas. Sin duda Zúñiga ha dado sus mejores textos —“Sentimientos”, “Prefiero que me coman los perros”, uno de los títulos notables de 2017— fuera de esta línea.
Teatro Camilo Henríquez. Miércoles a sábado a las 20:30 horas. Domingo, a las 19:00. Hasta el 2 de junio.