Posiblemente, lo mejor de las relaciones humanas sea que somos diferentes. La vida no es como las películas de robots, donde los comportamientos son estándares y predecibles. Es al revés. Aprendemos a comportamos todos de una cierta manera en las distintas circunstancias sociales, laborales y familiares.
Esto genera también tensiones. La diferencia, que es un bien, se transforma en un problema.
La soledad es tal vez lo que en la filosofía más define al hombre. Hay un anhelo no solo de cariño y aceptación, sino de encontrar iguales. Armamos grupos, religiones, familias, todo lo que nos acerque a los que piensan y/o sienten como nosotros. Lo que cuesta más es la aceptación incondicional del otro.
Pero se trata de encontrar iguales. Es descubrir la cercanía en las diferencias. Discutir, intercambiar puntos de vista. Para que así sea, hay dos condiciones. La primera es apreciar las diferencias. La segunda es escuchar y preguntar en vez de solo querer convencer al otro.
¿Qué viene antes, el huevo o la gallina? Si la expectativa es encontrar iguales, las relaciones serán distintas que si fomentamos la curiosidad y queremos comprender o, al menos, conocer las diferencias.
La intolerancia nace del miedo. Y las relaciones mediadas por el miedo son conflictivas, competitivas y defensivas.
Nos perdemos una oportunidad cada vez que nos negamos al diálogo. En general, es la inseguridad de necesitar afirmación propia la que lleva a la intolerancia. No es el otro; soy yo que escucho buscando confirmarme.
La alegría de encontrar iguales, o casi iguales, es un sentimiento que confirma que pertenecemos a aquello llamado la tribu, la raza humana.
Si hablar no es conversar, entonces estamos en una conferencia, no en un diálogo. El temor a la tensión gobierna y desaparece el diálogo.
Si hablar con otro es escuchar, preguntar, hacer un esfuerzo por comprender, entonces estamos conversando.
Que no es lo mismo que hablando.
El miedo a la diferencia ha aumentado la soledad. El diálogo verdadero sería una gran ayuda. Ver al otro es una linda manera de ampliar horizontes. Cultivemos esa capacidad humana que se va perdiendo.