Si el programa de imitadores “Yo soy” fuera un plato de comida podríamos decir que se digiere, pero que algo no funciona en su preparación. El formato que debutó el domingo, a las 21:30 horas, en CHV no es desconocido para el público local que en 2011 pudo verlo por partida doble en la pantalla: Mega hizo un programa homónimo a cargo de Luis Jara, y Canal 13 debutó ese mismo año con “Mi nombre es”, conducido por Sergio Lagos, y que tuvo bastante mayor repercusión porque descubrió a grandes talentos, entre ellos Marcelo Jiménez, el doble de Camilo Sesto, que incluso hizo giras a nivel internacional.
El dato cobra relevancia porque, aunque las comparaciones suelen ser odiosas, reflotar el formato ocho años después representa un riesgo de base que es encontrar nuevos talentos de nivel. Algo que, al menos, en el primer capítulo se notó en un casting que lució pobre y donde abundaron las desafinaciones, los imitadores improvisados (la concursante que intentó interpretar a Debbie Harry ni siquiera sabía pronunciar el nombre de la cantante) y los postulantes que, literalmente, fueron a “payasear”, como el doble de Romeo Santos que hasta hablaba con voz de pito y que lo único que quería era conocer a su ídola, Myriam Hernández.
Otro aspecto donde es urgente realizar ajustes en el panel del jurado donde Hernández es, precisamente, la gran estrella. La intérprete de “Huele a peligro” se muestra certera en sus comentarios y, qué duda cabe, tiene toda una trayectoria musical que le da la autoridad para evaluar a los imitadores. El periodista René Naranjo también logra dar con el rol de “malo de la película” e incluso posee un arma especial (una palanca que utiliza cuando lo estima necesario) para ver si los imitadores pueden cantar a capella.
Pero quien definitivamente está fuera de tono es Cristián Riquelme, un actor talentoso y sin duda simpático, pero que se muestra completamente sobregirado y excesivamente chacotero restándoles toda seriedad a sus comentarios y de paso al programa. Además, tampoco sus apreciaciones tienen que ver con lo que se espera de un intérprete que debiera evaluar cómo un imitador se comporta en el escenario.
El último ingrediente, pero no por eso menos importante, es la conducción. Millaray Viera derrocha frescura y es cercana con la gente, pero apenas apareció en el backstage acompañando y conteniendo a los concursantes eliminados o festejando con los que pasaban a otra ronda. Es cierto que en la etapa de casting el jurado es el que tiene mayor relevancia, aunque no estaría de más darle un espacio a Viera como el que Luis Jara y Sergio Lagos tuvieron en las versiones anteriores. Ella puede dar muchas sorpresas animando e incluso tiene habilidades musicales.
En resumen, los ingredientes de esta receta estelar llamada “Yo soy” no están mal, pero tienen que mezclarse mejor. Sobre todo porque el público le está dando una tremenda oportunidad, como lo confirma la sintonía del capítulo debut que se empinó hasta los 15 puntos de rating, convirtiendo al estelar en lo más visto del día domingo en la televisión.