No es sorpresa que el fútbol chileno no tenga representantes en la fase final de la Copa Libertadores. Ni que las dos escuadras más poderosas económicamente —Colo Colo y la U— fueran eliminadas en la primera ronda de sus torneos continentales, antes rivales de muchísimo menor envergadura. Esa ha sido la tónica de las últimas temporadas y no hay un cambio que permita aseverar que la situación variará en el futuro cercano.
Esta vez hubo más tiempo para preparar los planteles, descanso adecuado y una inyección de recursos para reforzarse correctamente. La Universidad de Concepción, por ejemplo, tiene mejores individualidades que el año pasado, pero quedó fuera lastimosamente. La gran excepción de este año ha sido Palestino, que con un tránsito largo y esforzado en dos fases clasificatorias, y luego en el grupo, supo rendir más allá de sus limitaciones, para seguir honrosamente con vida, al igual que Unión Calera.
Lo de Universidad Católica merece un párrafo aparte, ya que en los planes de su técnico, Gustavo Quinteros, no pareció estar la proyección en la Libertadores. Siempre habló del próximo año, de las posibilidades en la Sudamericana y de la demanda directiva de ir por el bicampeonato. En el análisis frío del estratega, pareció siempre claro que la exigencia del principal torneo continental era demasiada, y quedó ratificada en que los cruzados, con holgura el mejor equipo y plantel del medio local, no hizo ningún partido a la altura de la ilusión en el certamen.
¿Tendremos que resignarnos para siempre a que el nuevo formato de la Copa no permitirá protagonismos chilenos frente al poderío argentino y brasileño? Pues dos de los nuestros cayeron inapelablemente ante adversarios paraguayos, que no están muy por encima ni en la inversión ni en la infraestructura. Y ya está dicho, esa realidad puede ser un atenuante, pero no vale para la U ni Colo Colo, que se doblegaron con inusual facilidad ante equipos peruanos y ecuatorianos.
Si es el formato el que nos minimiza, sería saludable que los clubes chilenos presentaran una alternativa ante la Conmebol para reducir las diferencias. O, por el contrario, restarle importancia a la confrontación internacional para privilegiar el torneo interno, y así reducir el impacto de la comparación. Es ridículo —a estas alturas— seguir “dosificando” para llegar siempre al mismo lugar.
Unión Española y Calera quedarán —por puntaje— en la zona inferior del cuadro, por lo que sus rivales serán más complicados. Palestino (con un plantel muy corto) y la UC, con la dificultad evidente de los convocados a la selección joven y la mayor, deberán priorizar sus objetivos para encarar sus desafíos futuros. Son los cuatro sobrevivientes de una
razzia dolorosa, pero previsible, que una vez más nos obliga a aterrizar nuestra realidad. Todavía estamos lejos de cualquier parte.