Es de toda lógica suponer que la labor de Rodrigo Goldberg y Sergio Vargas será a largo plazo y con la intención de reformular desde las bases la estructura azul, sometida a las peores decisiones en el último tiempo. Es por eso que Carlos Heller los convocó para enmendar la pésima gestión de sus asesores directos.
Pero, muy a su pesar, supongo, la primera labor que deberán tomar los referentes será determinar la continuidad de Alfredo Arias en el banco azul, un entrenador que ha sumado tres puntos de 21 en disputa y que, por sobre todo, no ha sido capaz de definir una identidad para el equipo que tiene un plantel vasto y que se nutrió de los mejores valores del torneo pasado. Contrató a los goleadores de Huachipato y Palestino y a dos jóvenes que todos se peleaban —Jimmy Martínez y Pablo Parra—, además del mejor central del torneo anterior. Fueron nueve contrataciones que ni Frank Darío Kudelka ni el uruguayo han sabido redituar, en algo que parece condicionado por el pésimo ánimo que se vive en el camarín.
Decidir si es mejor para el club que Arias se quede o se vaya es complicado, por la rotativa de entrenadores que ha tenido el club en el último lustro. Pero que se facilita por el pésimo arranque del adiestrador, que partió mintiendo para acomodarse al caos directivo que reinaba en el fin de proceso Kudelka.
No hay que enredarse en lo que viene. No serán el propietario del club ni el directorio los que deban definir la urgencia en la U, porque el futuro comenzará a escribirse hoy, con una permanencia en primera división que está en duda. En caída libre hay que optar por un revulsivo, que ya no será Sabino Aguad ni el directorio, que ya fueron defenestrados. Ahora todo depende de dónde apunte el pulgar de los que fueron llamados para hacer el juicio final.