En rigor, no era para ilusionarse mucho el estreno local de “Entre ella y yo”, batatazo taquillero de Buenos Aires en medio de su crisis de público, que se ufana de haber sido vista por 50.000 espectadores en sus tres años en cartelera. Un divertimento complaciente y de cero pretensión artística, a partir de un texto menor —el primero escrito para la escena por un libretista de televisión— protagonizado, además, por un exalmacenero y electricista que devino en bufón popular en la pantalla chica y en YouTube. O sea, de incentivo teatral, nada.
El original aterrizó un solo día en Santiago, a fines de 2017 en el Teatro Oriente, cuando el fenómeno aún no prendía (y la poca convocatoria obligó a suspender una de las dos funciones programadas). Como suele ocurrir, la crítica porteña se apresuró en alabarla: ‘Buena', dijo La Nación. Pero basta ver los extractos de la propuesta que el cómico subió a su canal en la web para confirmar que lo que ofrece luce sumamente básico, y su humor es bien grueso, si no francamente chabacano.
Con todo aquí se cumple otra vez lo que ya hemos hecho notar a propósito de versiones locales de montajes trasandinos: nuestro teatro ciertamente no destaca por su desplante y nivel de producción; sin embargo, a fin de cuentas, lo que brinda suele ser harto más suculento. La puesta de Alexis Moreno —por primera vez incursionando en la franja comercial tras casi dos décadas dirigiendo, escribiendo y actuando para su propio grupo, el reconocido Teatro La María, alternativo y experimental— saca de la pieza un espesor y capacidad de provocar que de seguro su guionista jamás imaginó.
Hay que admitir que el texto tiene ingenio para darle variedad e interés a una idea muy simple, apoyándose más que nada en un hábil diálogo de mucha agudeza. Muestra los cinco minutos en que una pareja de treintones con apenas un año juntos y que ni siquiera han proyectado su relación a futuro esperan con secreta ansiedad el resultado de un test de embarazo a causa de un atraso de ella. Solo que la impaciencia hace que la demora se alargue psicológicamente a hora y media en que ambos se preguntan si quieren y están preparados para ser padres, mientras tienen delirantes fantasías acerca de cómo afectará sus vidas criar un retoño que irá creciendo. Todo esto, con la franqueza más descarnada.
En tono de farsa grotesca, pudo ser hilarante por la vía de decir con descaro aquello que es socialmente inaceptable. Tomando el camino menos fácil, aquí la situación se juega en un registro más realista. Así surge el retrato feroz de dos adultos que son en realidad niños inmaduros e inseguros; con un piso moral muy movedizo, porque lo que más les importa es esquivar cualquier decisión y compromiso; y que de pura hipocresía terminan por acatar los mandatos sociales de los cuales antes abominaron.
Claro que esta es una comedia, pero negrísima. Una que congela la risa en los labios al desplegar el reflejo de unos seres que camuflan su deshonestidad tras una máscara y con los que es imposible empatizar (como debe ocurrir en el género), en un mundo tan cruel y odioso como ellos. Provee una jornada sin duda incómoda, cuyo amargo desencanto puede hacer que más de alguien dude de si es adecuado reír de sus aguijonazos. Está muy bien ejecutada justo al medio de su doble filo por Nicolás Saavedra y Carmen Gloria Bresky, sobre todo esta última, notable comediante.
Mori Parque Arauco. Viernes y sábado a las 22:45 horas. Domingo, a las 20:00 horas.