Tras la atractiva “Camille Claudel”, en 2006, el colectivo suizo Alternance Theatre vuelve a visitarnos con “Patria”, su última propuesta estrenada hace un año en su ciudad sede, Orbe, para luego seguir en gira a Barcelona y París. El grupo, fundado en 2005 por la chilena Claudia Saldivia —que después de formarse teatralmente en Chile se radicó en Suiza hace dos décadas y dirige todas sus obras—, se caracteriza por su modo de producción multicultural y transdisciplinario, y ha trabajado hasta ahora con creadores e intérpretes escénicos, musicales y visuales de ocho países.

En rigor, la tournée muestra solo “Kamikaze-Viento divino”, la segunda parte del díptico “Patria”, cuya sección inicial se titula “La mujer chascona”. Consiste en una serie de seis relatos testimoniando las cruentas consecuencias del terrorismo de Estado, en que a la manera de un concierto teatral busca fundir palabra y música para hablar de horror, memoria y olvido. En él participan 13 artistas de Suiza, Francia y Chile; entre ellos, los actores Marcial Tagle, Felipe Ríos, Eduardo Herrera y Paulo Rojas, también músico.

Son básicamente monólogos si bien a veces los textos los asumen hasta cinco hablantes, evocando experiencias reales, mientras cuatro instrumentistas ejecutan en vivo, al fondo, la música que suena todo el tiempo. Las tres primeras historias, con textos de la chilena Amarilis Rojas, aluden a los atropellos a los derechos humanos en Chile bajo la dictadura militar, en tanto los tres últimos se refieren a los atentados de noviembre de 2015 en Francia y a las niñas africanas secuestradas por el Estado Islámico para servir como esclavas sexuales o portadoras suicidas de bombas (la expresión de origen japonés “kamikaze” significa “viento divino”).

Los 80 minutos que dura la entrega exudan la necesidad de trasmitir la más profunda y sentida repulsa a que ocurran estos actos inhumanos. El resultado podría ser estremecedor, pero se mantiene distante del público por diversos motivos. Primero, el ánimo de empapar el material de una cierta poesía, tiende a ablandar la expresión. Antes que narrar, los textos suelen describir sin ninguna cualidad dramática; los rodeos que dan no pocas veces confunden el eje de lo que se busca exponer. En la sección dedicada a Chile no hay nada que no se haya dicho. Con su constante tono grave, el conjunto da una impresión más bien fría, también debido a que la música parece no variar en atmósfera y estilo.

Al no haber emociones que actuar, los intérpretes se limitan a decir sus textos; igual los actores, más que las actrices, consiguen buenos momentos de gran vehemencia. La información previa señala que el Ekeko, ser mítico de las culturas andinas, es clave en la obra, pero de este apenas hay una somera alusión en el minuto final. La proyección de imágenes, que pudo ser un recurso importante, se deja también para última hora. No son pocas las parrafadas en francés no traducidas por subtítulos, lo cual contribuye a desalentar la atención. Otros defectos: intentar usar “Ne me quitte pas”, canción emblemática de Jacques Brel sobre el fin del amor, para hablar de memoria histórica, y la torpe mención a una ventosidad intestinal, de mal gusto y fuera de lugar.

Matucana 100. Miércoles a sábado, a las 20:00 horas. Domingo, a las 19:00 horas. Hasta el 5 de mayo.