Las películas de horror y de superhéroes parecen las únicas con éxito asegurado en la taquilla actual. Así, no es casualidad que mes a mes copen la cartelera en una avalancha que no tiene fin. La vitalidad que han vivido otros géneros como el western entre los años treinta y cincuenta, o la comedia durante los 2000, parece seca y extinguida en la industria. Puesto a elegir, es de esperar que el horror se imponga (y que la moda de superhéroes se hunda en el olvido). Después de todo, es un género de tradición más rica y densa, que va de Tod Browning a David Lynch, pasando por Hitchcock, George Romero, David Cronenberg, Abel Ferrara o John Carpenter.
A juzgar por los dos largometrajes que lleva dirigidos, Jordan Peele (1979), que comenzó su carrera en Hollywood como actor de comedias, quiere ser parte de esa tradición. El primero, “Huye” (2017), a medio camino entre la comedia negra y el horror, fue aire fresco al mezclar la parodia social, la fantasía lúgubre y las tensiones de un racismo que nunca parecen del todo disueltas en la sociedad norteamericana.
Ahora, con “Nosotros”, aún en cartelera, las tintas están aún más cargadas al horror, a la vez que mantienen un importante sustrato de comentario social. Para empezar, el título en inglés —“Us”— refiere un nosotros, pero también un “United States”. Esto resuena cuando vemos que los Wilson, una familia afroamericana burguesa, con dos hijos, bastante convencional, llega de vacaciones a su casa en California. Luego de pasar un día de playa, aparece frente a su casa una familia de dobles torcidos, unos
doppelgängers de cada miembro familiar que comienzan a aterrorizarlos sin razones del todo claras. Y cuando Adelaide Wilson (Lupita Nyong'o) les pregunta quiénes son, su doble responde: “Somos americanos”.
Estos dobles son y no son como sus originales. Visten todos un overol de trabajo rojo, chalas franciscanas, sendas tijeras. Parecen trabajadores textiles del Tercer Mundo. La vida que relatan, y que se observa en determinada parte del metraje, podría ser la de una clase puesta en los márgenes sociales, olvidada, invisibilizada, pero necesaria para que el resto —nosotros— gocemos los beneficios de una vida atemperada. Esto se revela especialmente en la sección en que entramos a la casa de los Tyler, amigos blancos de los Wilson y de —vaya detalle— mucho mejor pasar económico. Como en “Funny games” (1997 y 2007), de Michael Haneke, cintas de las que “Nosotros” bebe directamente, el director prefiere mantenerse ambiguo respecto de cuánto merecen los Wilson su castigo (hay menos ambivalencias con los Tyler).
Mucho podría discutirse respecto de si realmente existen estos dos mundos tan claramente reflejos a los que la cinta alude. Pelee, sin embargo, no se enreda en esta discusión, porque sus
doppelgängers pueden leerse también como manifestaciones del inconsciente, la culpa u otra cosa. Pelee, sin ser todo lo pulcro o preciso que uno esperaría del talento promisorio que pinta ser, muestra bastante oficio cinematográfico y narrativo, y en sintonía con esa inteligencia, evita subrayar demasiado las posibles metáforas de su relato. “Nosotros” es una cinta de horror antes que nada y se atiene, por tanto, a los gestos típicos del horror: música inquietante, atmósferas ominosas (especialmente logradas a la luz del día, lo que no es fácil), escaleras que separan los mundos, giros sorpresivos y mucha acción y sangre. Peele se suma a una larga tradición de cineastas que usan las convenciones de un género a su favor. Pero los grandes directores también saben expandir el género en que se involucran, hacer algo familiar, pero también completamente personal y lleno de sentido. A Peele le falta aún bastante para llegar a ese punto.