Recientemente apareció el segundo volumen de este monumental trabajo, dedicado a la literatura chilena del siglo XIX o, más exactamente, al período que va desde la constitución de la Primera Junta de Gobierno hasta las décadas del setenta y del ochenta, momento en que desde diversos frentes se trabajaba la idea de la identidad nacional. El primer volumen, publicado en 2017, está dedicado a la literatura colonial; los tres siguientes, que cubrirán hasta nuestros días, ya están en proceso. La coordinación general está a cargo de Grínor Rojo y Carol Arcos, y la de este volumen en particular, de Bernardo Subercaseaux. Participan, en todo el proyecto, académicos de distintas universidades, chilenos y extranjeros. Se trata, sin duda, de un hito en los estudios literarios. No ha habido hasta ahora un intento de sistematización tan amplio y profundo sobre la literatura nacional, que busca establecer también cómo la literatura se relaciona con procesos culturales y sociales de mucha mayor amplitud.
El proyecto está destinado al lector culto, no necesariamente al especialista. Se advierte un esfuerzo serio por contener el academicismo —el lenguaje especializado, el aparato crítico abrumador— que, sin renunciar en modo alguno al rigor, abre espacios para el diálogo con el público general. Y esta es una cuestión que vale la pena destacar. Hay un divorcio entre el trabajo de la academia y los lectores de a pie. En este segundo ámbito, el canon de la literatura chilena no se problematiza, pareciera ya cristalizado en las listas de lecturas básicas y complementarias que propone el Ministerio de Educación. Y, sin embargo, ese canon —tal como lo propone este magno trabajo colectivo— debe estar siempre en movimiento, en una conversación permanente con nuestras ideas generales sobre cómo somos los chilenos y cómo llegamos a adquirir esas nociones identitarias. Renovar el canon pasa también por fijar la atención en áreas que han pasado desapercibidas, como la escritura de las mujeres y la creación literaria de los pueblos indígenas. Se genera así una mirada diversa y múltiple, renovadora de la tradición, que otorga una perspectiva mucho más amplia al ejercicio de la lectura actual, con más claridad sobre cómo resuenan los ecos del pasado en la escritura del presente, y cómo este presente es capaz de enriquecer el pasado con nuevas voces y temas.
VARIOS AUTORES
Editorial Lom, Santiago, 2019.
426 páginas.