Apenas salíamos de la experiencia Hoyos cuando entramos en la etapa Kudelka para meternos de inmediato en el dilema Arias. Casi sin intermedios ni reflexiones. Resulta ingrato tener que referirse a uno de los grandes clubes del fútbol chileno solo por situaciones negativas y en las que el punto central se ubica en la dirección técnica. Es lo único que reiteradamente capta la atención. Pero la situación deportiva no cambia.
Tampoco cambia el tema de su barra más violenta, que ya es castigada como local y visitante. Lo que es un decir, pues la U es visitante en todos los estadios. “Los de Abajo”, en todo caso, ya no son los mismos. Hace un par de días, en un reportaje armado con saldos y retazos por un canal de televisión, apareció “Anarkía” (¿se acuerda?) diciendo que aquella barra cambió cuando los de entonces se fueron y llegaron “los cumas”. Notable.
¿Por dónde va la cosa en la U? Como en todo fenómeno de grupos humanos, debe haber muchas causas. Por lo menos, más de una. La cosa es multifactorial. Hay una, sin embargo, que seguramente prevalece. Y es que el club tiene dueño, pero no tiene timón.
Carlos Heller es hincha de la U bien inspirado, qué duda cabe, pero al mismo tiempo es un hombre con muchísimas ocupaciones derivadas de otras aficiones (como la hípica) y obligaciones empresariales variadas. Es un hombre rico y en esta condición llegó a dominar la sociedad que controla al club. Así, no es un despropósito suponer, como muchos suponemos, que la U es un juguete en sus manos. Y el fútbol, un juego. Hay más hinchas al frente de clubes. Uno es la Católica, presidido por Juan Tagle, que también es hincha: un hincha a quien el fútbol y el club lo apasionan y los vive intensamente. (Es cierto que no sabe cuándo fue fundado su club, pero eso no nubla su excelente gestión). Hay hinchas e hinchas. He aquí a dos muy distintos. Con distintos compromisos con el juego.
Cuando se sintió amenazado por sectores de la barra, Heller renunció a la presidencia del club, pero no a sus acciones, con lo que sigue controlando sin contrapeso real la sociedad. Con ese poder, instaló en la presidencia a un ejecutivo de su confianza. Sigue siendo el presidente, obviamente. Que el cargo máximo sea endosable no es algo que ayude al entusiasmo y al fervor del grupo. Pero, como en todo orden de cosas, todo podría ser peor. En semanas recientes, en los peores momentos de Kudelka, apareció en escena José Yuraszeck, con pasado directivo, quien normalmente reaparece con chispeante insistencia en las instancias oscuras del club. Hay otro que también surge de entre las sombras del pasado para disfrutar del dolor azul, como Ruiz-Tagle y Mosa cuando le va mal al otro en Colo Colo. ¿Es esto morboso? Por supuesto.
¿Podrá ser la incorporación de Jorge Burgos la solución? Puede ser. Tuvo la valentía de entrar a La Moneda cuando era la boca del lobo y aguantó adentro un buen rato. Es hincha, también. Escucha, mira y lee mucho de fútbol. Si lo llaman, ojalá le alcance lo leído, lo visto y lo escuchado.