La novena edición del ciclo Teatro Hoy abrió con “2118, Tragedia futurista”, primera incursión en la fantaciencia de La Patogallina, uno de los colectivos independientes más talentosos y con mayor éxito foráneo. Otra vez bajo la dirección de su líder, Martín Erazo, sobre una idea original suya, por primera vez también el grupo construye un relato con muñecos, que, según se ha dicho, es —o pretende ser— su obra más política hasta ahora. Si bien desde que su brillante “El húsar de la muerte” le dio renombre en 2001, la mirada crítica sobre nuestro pasado y presente ha sido una constante en su estilo.
El rigor con que La Patogallina elabora sus creaciones se hace notar, incluso, más que otras veces. No hay duda de que tras esta entrega, movilizada por un propósito ambicioso desarrollado en un formato complejo, hay un proceso y un trabajo enormes que merecen atención y respeto.
Presenta una suerte de viejo filme mudo, que con una estética retrofuturista cuenta cómo en el Chile de 2118, Ana, una guerrillera urbana anarco-feminista, viaja por una máquina del tiempo a diversas épocas para eliminar a nueve personalidades que con su poder e influencia determinaron el destino de la nación. La idea es que al borrarlos, se logrará cambiar el curso de la historia. Algunos de esos “demonios conservadores” son Pedro de Valdivia, Diego Portales, Arturo Alessandri, Augusto Pinochet y señora.
Una narración en off y letreros con diálogos, como en las historietas, guían el relato que pasa revista a esas figuras representadas por muñecos animados a la vista o actores con máscaras. Ocupa una escenografía en dos niveles, el de arriba incluye una gran pantalla en la que se proyectan videos y textos, lo que otorga agilidad a la acción. La visualidad se vuelve más compleja con una protagonista que tiene cuatro versiones, dos en vivo y dos en marioneta; en un pasaje hay tres Anas en escena de manera simultánea. Ella, luchadora diestra en artes marciales, a ratos vuela por los aires en combates coreografiados. Como siempre, en el colectivo la música en vivo suena todo el tiempo a gran volumen, y aquí más que antes se hace un factor clave al marcar los ritmos, sugerir atmósferas y aportar energía a las imágenes.
Por muy loables que parezcan estos logros, “2118” da la impresión de ser uno de los resultados menos atrapantes del colectivo. Se anunciaba una “tragedia” y “terror político” (¿?), pero nada hay de eso. Se sigue como un desfile visual incapaz de despertar compromiso alguno; sobre todo porque tiene el espesor emocional de una historieta y su planteamiento se revela sumamente simplista. Los cambios políticos y procesos históricos son harto más complejos de lo que supone esta anécdota tan básica y literal. En ella, cada capítulo se parece al anterior y al que sigue, solo cambia el inculpado. Ana semeja una heroína de película Ninja, lo cual obliga a pensar que si esto es teatro político, se concibió para una platea adolescente.
Matucana 100. Miércoles a sábado, a las 20:30 horas. Domingo, a las 19:30 horas. Hasta el 28 de abril.