Operación Réquiem, primera novela de Juan Pablo Sáez, ciertamente es uno de los mejores libros policiales publicados por un autor chileno en fechas recientes. Bien escrito de comienzo a fin, en una prosa pulida que refleja buen oficio, Sáez ha concebido una ficción entretenida y a ratos vibrante. El autor es periodista y eso se nota: frases cortas, párrafos esenciales, conciencia narrativa y un control del tiempo casi perfecto: enseguida nos damos cuenta cuando pasamos de una época a otra, todo lo cual agrega un plus a este debut literario. Además, Sáez domina el idioma y si bien usa y a ratos abusa de los chilenismos, nunca resultan fuera de lugar. Y hay que destacar el empleo de los diálogos que, por lo general, son fluidos y naturales. Una última reflexión inicial dice relación con un fenómeno extraliterario, que es la escasa difusión que ha tenido
Operación Réquiem: mientras el mercado se ve inundado por superventas de escaso valor, es penoso que esta obra haya pasado prácticamente inadvertida.
El tema central de ella dice relación con los grupos paramilitares que continuaron funcionando en nuestro país tras el retorno a la democracia. Sáez conoce a fondo estos asuntos, por lo que, a lo largo de la intriga, no encontraremos flagrantes muestras de ignorancia o caricaturas, que parecen ser el pan de cada día cuando se abordan estos tópicos. Sáez parece sentir respeto y, hasta cierto punto, un nivel de simpatía por estas organizaciones, aun cuando también posee el distanciamiento que le permite presentárnoslas tales cuales fueron, o sea, agrupaciones de gente un tanto mal de la cabeza. Las partes que dividen la acción son los años 1993 y 1999, aunque hay retrocesos para describir hechos que ocurrieron antes y que poseen conexión entre sí.
Brigadas Revolucionarias es como Sáez llama al organismo que practica secuestros, asalta bancos o lleva a cabo actos de propaganda armada en la posdictadura. Posiblemente, esta banda se halla inspirada en el MAPU Lautaro o en otros organismos que continuaron dando problemas a las nuevas autoridades encabezadas por Patricio Aylwin. El protagonista es Julián Oses, reportero que cubre la crónica roja de un periódico, a cargo del veterano Néstor Fábrega. Formado en la universidad ARCIS, sabe que las Brigadas Revolucionarias se originaron ahí, donde algunos profesores y alumnos se juntaron para hacer maldades. En
Operación Réquiem la sucesión de acontecimientos está contada desde la visión de Julián, hasta el punto en que el resto de los personajes entran, salen, vuelven a ingresar, desaparecen bajo su óptica, respondiendo a sus preguntas, vinculándose con él u obedeciendo a sus designios. El procedimiento podría parecer simple, algo básico, aunque Sáez se las arregla para que no sea así y veamos a cada uno bajo sus propias perspectivas, que muchas veces no coinciden con las de Julián. Así sucede, por ejemplo, con su exmujer, Ana; con su hija, Sandra; con su actual pareja, Isa; con Fábrega, y con los numerosos sediciosos que pueblan el relato.
Son muchos y los hay para todos los gustos. Sin embargo, la clave para entender a las Brigadas Revolucionarias es una misteriosa joven, llamada Ángela Schmidt, quien operó con innúmeras chapas, alias o nombres diversos en cada fechoría que llevó a cabo. Hija de un general de Ejército que ocupó puestos destacados durante el gobierno de Pinochet, se dio vuelta la chaqueta por motivos freudianos, según Fábrega, o por otra multiplicidad de factores, ya que nunca queda en claro por qué adoptó la vía violentista. Ángela es, en realidad, el eje del argumento y desde las primeras páginas se convierte en una obsesión, una monomanía imparable para Julián, quien está dispuesto a todo con tal de dar con su paradero. Mientras prepara un artículo sobre su última gracia subversiva, Julián nota enseguida que la muchacha, quien además es extremadamente inteligente y bellísima, apenas figura en la documentación oficial y extraoficial, en los videos, en los recortes de prensa y en cuanto testimonio han dejado las Brigadas Revolucionarias tras sus atentados.
Una cosa sí que es clara desde la partida: Ángela es peligrosísima e investigar a quienes han participado con ella en estas conspiraciones es aún más peligroso y puede costarle el pellejo a Julián y poner en riesgo a Ana y Sandra, quienes, al constatar esto, optan por irse a vivir en París. Con todo, como Julián lo comprobará más adelante al ser capturado por facinerosos anónimos, esto tampoco garantiza la seguridad de ambas. Y Ángela lo llevará a trabar conocimiento con una serie de militantes o simpatizantes de las Brigadas Revolucionarias que se desplazan por conventillos, poblaciones periféricas o barrios residenciales que esconden a cuanto extremista sea posible imaginar, de las más diversas, sospechosas o inusuales apariencias: un librero lisiado, un colaborador que lleva recados comprometedores, estudiantes que abandonaron la carrera, una mujer modesta que limpia un local comercial y que oculta a su hermano, en fin, un conjunto de seres humanos que se dedican a actividades siniestras, aun cuando Julián o, para el caso Sáez, omita todo juicio moral acerca de ellos; en otras palabras, merecen su consideración, por más que no esté de acuerdo con ellos.
Así,
Operación Réquiem es un friso novelesco convincente y aplomado, un claroscuro de situaciones ambiguas y, en definitiva, un destacado paso inicial en el difícil género negro.